Los británicos no se quieren marchar de la Unión Europea. La prueba es que desde que votaron por su salida hasta ahora han pasado más de tres años. Además, han conseguido dos moratorias para que la salida no se lleve a efecto. Se quieren ir, se quieren ir, pero no se han ido. ¿Por qué será?
El próximo primer ministro tendrá que hacer un juego de malabares. Muchos británicos prefieren vivir resguardados por una Europa fuerte, en lugar de ser una isla apartada buscando socios por todos lados.
Uno de ellos será, sin duda, Estados Unidos con un Donaldo Trump que sí quiere que se vayan de la Unión Europea y así poder debilitarlos. Pero aun así saben que para ellos la salida constituye un suicidio.
Gran Bretaña representa una economía potente. Es un Estado poderoso. Sin embargo, es muy difícil luchar solo. El paraguas que proporciona Europa es lo suficientemente potente como para caminar sin caerse.
El líder de los laboristas, Jeremy Corbyn, dijo recientemente que apoyará la “permanencia” en la Unión Europea en un segundo referéndum. El influyente líder de la oposición ha cedido ante las presiones de sus diputados y los sindicatos. La mayoría de ellos, como en los de la derecha de los tories, prefieren esa unión en lugar de empeñarse en una aventura que, de salir bien, tardaría años. Eso sí, en el entretanto la economía británica sufriría un golpe muy serio y tardaría años en resarcirse. Además, las consecuencias para la microeconomía, para las economías familiares serían muy nocivas y, en muchos casos, inseparables.
Pero además no sólo tendría efectos negativos para los británicos. Sería para todos, para los socios europeos también. Las economías están interconectadas y, por lo tanto, el continente también sufriría los efectos de una salida. Eso sí, la peor parte se la llevarían los habitantes de la potente isla británica.