Diario de Viaje
Por: Pablo Íñigo Argüelles / @piaa11

Los que gobiernan este país se meten todos los días dos o tres pastillitas de soma antes de levantarse de la cama, y para cuando éstas hacen efecto, se levantan revoloteando, diciendo buenos días a la menor provocación y sonriendo a las cámaras, viéndolo todo de colores rimbombantes, que infectan hasta lo más mínimo de sus días —y de los nuestros—.

¿Alguien podría decirme en dónde se consiguen las pastillas?, ¿las de soma? porque en uno de esos días en que uno se levanta fatigado, viendo paranoico en todas direcciones, sería ideal tomarse una de esas pastillitas para ver el mundo tal y como ellos, y suplir el miedo que le genera a uno caminar por nuestra calle por una felicidad ilimitada.

• • •

A mí, la gente que sonríe todo el tiempo, me da mala espina. No hay nadie que pueda sostener una sonrisa tanto tiempo sin estar tramando algo verdaderamente atroz.

Es la ley de la tensión: una liga estirada mucho tiempo, un coche al borde del abismo.

Por consecuencia, aplico el mismo principio de la gente con sonrisa sospechosa a muchos otros ámbitos de la vida cotidiana. Cuando muchos días han sido buenos sin interrupción alguna, mi mente tan aguafiestas empieza a preguntarse qué será lo que se esconde al acecho detrás de la siguiente puerta; o cuando ya han pasado tres canciones que me encantan, en el aleatorio de Spotify, es casi por ley que la siguiente canción romperá toda armonía.

Yo veo, últimamente, que los días en los que nuestro país, nuestra ciudad, han estado inmersos, están plagados de sonrisas, y optimismos falsones, y de cegueras voluntarias, y de formas, formas y formas, pero nada de fondos; hemos estado sumergidos, quizá, en una especie de adormecimiento inducido.

Por lo que he concluido que nuestras autoridades —si podemos llamarles de esa forma, todavía— se encuentran experimentando las desafortunadas consecuencias de una sobredosis somática, cuyas secuelas, además de cegueras, verborrea y optimismo desencadenado, prevén una pérdida total de la noción, casi natural y humana, de la relación espacio-tiempo (véase década de 1970).

Las dosis de soma que el nuevo gobierno ha tomado son tan pero tan fuertes que hasta los pobres diablos que nunca se han tomado una, sufriremos las secuelas sin deberla ni tenerla.

Seguiré contando.

 •••

PS

La Rosalía.