Bitácora
Por: Pascal Beltrán

La maratón es considerada la prueba reina del atletismo y es vista como el paradigma del esfuerzo físico extremo al que el hombre se somete a sí mismo.

No todo el mundo logra terminar los 42.195 kilómetros de la maratón. Algunos incluso mueren en el intento. Y no me refiero a los aficionados que participan por moda, sino a atletas olímpicos, como el portugués Francisco Lázaro, quien falleció por desequilibrio electrolítico, en los Juegos de 1912.

“O gano o muero”, dijo Lázaro antes de la carrera, aludiendo a la historia de Filípides, el mensajero que, según Luciano de Samósata, corrió de Maratón a Atenas para informar sobre la victoria del ejército griego sobre los persas, “exhalando su último suspiro junto con la noticia y el saludo”.

Es necesario precisar que existen otras versiones sobre la carrera, como la de Heródoto, quien dice que Filípides corrió de Atenas a Esparta (una distancia de 246 kilómetros) para pedir ayuda ante el desembarco de los persas. Y que la distancia de 42.195 kilómetros no es la que separa a Atenas de Maratón, sino al castillo de Windsor del lugar donde se colocó la tribuna real en el estadio olímpico de Londres en los Juegos de 1908.

Desde que se corrió por primera vez en Atenas 1896, la maratón ha sido causa de fascinación.

La más reciente es la posibilidad de que el hombre pueda hacer el famoso recorrido en menos de dos horas. El corredor keniano Eliud Kipchoge (Kapsisiywa, 1984) se quedó a poco más de minuto y medio de lograrlo en la maratón de Berlín de 2018.

Cuando falta un mes para una nueva edición de la misma prueba, crece la especulación sobre si este año se romperá finalmente esa marca. Y es que en las 15 ediciones más recientes de la maratón de Berlín, siete veces se ha roto el récord mundial masculino. De hecho, entre 2011 y 2014 tres kenianos lo consiguieron en sendas ocasiones.

El trayecto en Berlín tiene condiciones ideales para que se pueda lograr la hazaña de terminar el recorrido en menos de dos horas, casi 13 minutos menos que el tiempo conseguido por el también keniano Duncan Maiyo en la maratón de la Ciudad de México el domingo pasado.

Kipchoge es parte de una élite de corredores kenianos que han dominado la prueba en los últimos 12 años, desplazando a los etíopes de la supremacía. De las últimas 82 maratones del circuito Abbott –entre las que está la de Berlín–, 54 veces han ganado competidores kenianos, contra 17 de los etíopes.

Los 99 segundos que separan el actual récord mundial de la marca de las dos horas pueden ser muy difíciles de superar.

Los especialistas centran las esperanzas de ver este acontecimiento en cuestiones imposibles de controlar, como el viento y otras condiciones meteorológicas, pero también en el calzado.

En la pasada maratón de Londres, Kipchoge usó por primera vez los tenis ZoomX Vaporfly, diseñados por el gigante de la ropa deportiva Nike. Luego de tres años de pruebas en laboratorio, se logró desarrollar un zapato que mantiene firmes las articulaciones metatarsofalángicas por donde, se sabe, escapa buena parte de la energía de los corredores cuando éstas se pliegan de más.

De acuerdo con el fisiólogo Brett Kirby, que encabezó la investigación, esos tenis dan un ahorro en 4% de energía al correr, quizá lo suficiente para romper la marca de las dos horas en la maratón.

En todo caso, si no es esta vez, está cerca el momento en que se supere dicho umbral, lo cual representará un logro en la historia del hombre. Y más en una prueba donde el mundo en desarrollo hace añicos al mundo desarrollado.