Garganta Profunda
Por: Arturo Luna / @ALunaSilvav
Acostumbrado a la prospectiva, a perfilar los escenarios, el gobernador Miguel Barbosa ya piensa en el futuro, en los retos electorales venideros. Con la cautela del previsor, el gobernador otea ya cuatro nombres para las próximas boletas electorales: Gabriel Biestro, Olivia Salomón, Rodrigo Osorio y Fernando Manzanilla. Barbosa, queda claro, no cometerá el mismo error de Rafael Moreno Valle, quien impidió que otros crecieran, y a la hora de la sucesión, se quedó sin cartas para el juego del poder. Aunque pareciera demasiado pronto en el actual gobierno, posiblemente no lo sea tanto si se valora lo rápido que se mueven las cosas en la política, en donde la oportunidad es tan indispensable como el olfato. Sin el segundo no hay la primera.
Algo de esa visión ya lo adelantó el gobernador Barbosa en el conversatorio con el periodista Mario Alberto Mejía el viernes pasado, en el marco de la exitosa presentación de la primera reimpresión de su obra Miedo y Asco en Casa Puebla.
“Yo no soy un jefe que devore, porque hay muchos jefes que devoran, que no dejan crecer a las gentes que están en su equipo, yo quiero que crezcan, que tengan aspiraciones, que tengan proyecto, miren, estoy como salpicando para que todos le entren”, dijo el mandatario estatal.
En efecto: Miguel Barbosa es un hombre que cree en abrir las oportunidades a sus colaboradores.
Generoso en ese sentido.
Le gusta la gente con ambiciones sanas.
La que quiere crecer por méritos y por la buena.
Pero de ninguna manera es complaciente.
Una característica no es sinónimo de la otra.
Ni siquiera se complementan.
Las palabras que le dijo al quintacolumnista Mejía, dichas en absoluta conciencia, tienen mensajes y están domiciliados.
Fuentes del primer círculo del mandatario ven esos destinatarios.
Uno, el presidente del Congreso local e hijo político (político) adoptivo, con mucho afecto del gobernador y quien hasta se ha convertido en su voz, cuando él hace silencios calculados: Gabriel Biestro Medinilla.
Una más, la también morenista y secretaria de Economía, Olivia Salomón Vibaldo.
Mujer forjada en la eficiencia de la Iniciativa Privada y conocedora de su área.
A ella la respaldan y le dan lucimiento las inversiones anunciadas en los últimos días.
La más reciente, por 633 millones de pesos (34 millones de dólares), de la empresa de origen chino Minghua.
Otro en esa lista es el jefe de la Oficina del Gobernador, Rodrigo Osorio Díaz.
Muy joven, formado en universidades de Estados Unidos y con matiz empresarial, pero que ha venido creciendo con rapidez que llama la atención.
Osorio, con talento, ha estado gestionando bien las cientos de solicitudes de las jornadas ciudadanas.
Y por supuesto, el secretario de Gobernación estatal, Fernando Manzanilla Prieto, últimamente sin la suerte de su lado pero con credenciales abundantes y experiencia ya probada, gubernamentales y políticas, desde antes y después del morenovallismo.
El también diputado federal con licencia está agazapado y, aunque salió mal librado del tema de la interna por la dirigencia capitalina del PAN, pues se le acusó de operar a favor de la fórmula que perdió, está vivito y grillando.
Los cuatro —no son todos ni todas, podrán irse sumando más— están a prueba y son particularmente observados.
Los mira con atención ese jefe generoso, que “salpica”.
El que incita al crecimiento, pero que está muy lejos de ser condescendiente.
Todo lo contrario.
La exigencia es el sello de casa… de Casa Aguayo.
Fuera de ese escenario, pero entre quienes también se han venido ganando la confianza del gobernador, sume usted a Ricardo Velázquez.
El consejero Jurídico del gobierno del estado está entregando buenas cuentas y ha mostrado disciplina y lealtad al barbosismo.
También, entre los afectos más cercanos de Miguel Barbosa, y desde hace muchos años, está Eric Cotoñeto Carmona.
El ex presidente estatal del Partido de la Revolución Democrática (PRD) se ha convertido en el operador político indispensable del barbosismo.
Con eficiencia, saca las tareas.
Conoce el estilo de su jefe desde hace décadas.
Cumple sin pretextos ni condiciones.
Es de toda la confianza de Miguel Barbosa.
De ahí que extrañe tanto que el delegado del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) del Movimiento Regeneración Nacional (Morena) en Puebla, Mario Bracamonte González, haya extraviado la lectura política al atacarlo.
Todo, en el contexto de la contienda por la dirigencia estatal.
Y con argumentos y adjetivos tan anodinos como el mismo Bracamontes.
¿Ignorancia supina?
Nunca hay que pelearse con quien es más conveniente como aliado.
La puerta de Casa Aguayo no se abre a patadas ni codazos.
Decíamos al principio que el olfato y la oportunidad son indispensables.
Pero Bracamontes, ni el primero tiene…
… Y ya no le llegará la segunda.