Mesa Cuadrada
Por: Gabriel Reyes Cardoso / @GabrielReyesCa3

Más de la mitad de los mexicanos que pueden opinar, mantienen una amplia y arraigada confianza en el presidente López Obrador.

No es que los resultados no importen. La explicación básica es que, vean lo que vean, oigan lo que oigan, lo que interesa para esa mayoría, es mantener la confianza en que se puede y debe transformar radicalmente al país, como pre requisito para poder cambiar cualitativamente a la nación.

En esa visión construyen su nueva percepción y confianza política.

Es algo mayor a la esperanza pues parte de una demanda largamente aprisionada por esa mayoría que encontró en el actual presidente el líder que los entendió y convenció de hacerlo.

Y a lo mejor 9 meses de su  gobierno, en el horizonte de más ambiciosa transformación no son, aún, espacio definitorio de fracasos ni de éxitos.

Hay que perseverar en la confianza de poder hacerlo.

Los demás que dudan o no colaboran no pueden debilitar las posibilidades  porque, ahora sí, como ya alguien dijo: ni los ven, ni los oyen y sus opiniones son ejercicios estériles y cómplices que mantienen una resistencia efímera.

He compartido mis esperanzas personales y de clase social,  con las experiencias de los últimos 7 presidentes de la república. 

Todos sin excepción tuvieron aciertos, errores y omisiones en el ejercicio de sus responsabilidades de gobierno y todos mostraron en algún momento las calidades del ser humano retratadas inmejorablemente en aquel pasaje bíblico que nos prevenía …¨en el arca abierta…hasta el más justo peca ¨ y que, también nos convoca, a no aguantar ese mal que no durará 100 años.

A lo mejor la confianza es el medio más honesto para evitar la confrontación directa entre el odio y la venganza con la posibilidad y la probabilidad.

A lo mejor la confianza es el valor que nunca deberá perder un pueblo que insiste en transformar sus condiciones negativas de bienestar.

Eso, para mí, explica que, pase lo que pasa, la aceptación popular sobre el desempeño del presidente Lopez Obrador se mantiene.

También me da la impresión que el símbolo tradicional de un informe presidencial ha cambiado.

Ninguno esperó informaciones sensacionalistas y creo, la mayoría optamos por los cambios pequeños, pero constantes y que sin perder el rumbo, la dirección, el sentido, terminaran por ofrecernos cambios sustantivos, radicales y cuya consistencia hagan  difícil, retornemos a ese pasado reciente que, también, las mayorías mexicanas, deseamos nunca regresar jamás.

Y esto es, con, sin, o a pesar del Presidente.