Mis Últimos 20
Por: José Luis Sánchez Sola / @Elchelis

Cada que termina un proceso, sea de cualquier índole, siempre es recomendable hacer un análisis de éste. Dar un recorrido desde el día uno con las expectativas y objetivos que se pretendían alcanzar, pasando por todo el camino intermedio (que en esto del futbol nunca se sabe cuánto va a durar) y hasta llegar a su final y todo lo que precedió a éste. Con el paso del tiempo uno, desde el puesto de entrenador en jefe, vas haciendo consciencia que el día que te contratan, solamente tienes una cosa segura: te van a despedir. Exactamente es la misma certeza de cualquier ser humano que nace, por más frío que parezca, pero es la ley de la vida, todo el que nace muere, todo entrenador contratado tarde o temprano deja su cargo. Apenas leía una frase en referencia a lo antes mencionado, “existen dos tipos de entrenadores, los que acaban de ser corridos, y los que están a punto de serlo”.

Muchos factores, variables están involucrados en el éxito o fracaso de un “proyecto” (entrecomillo por que el “proyecto” es jornada a jornada) deportivo, hablando específicamente del futbol mexicano. Algunas variables son dependientes de las decisiones y conductas de los miembros del grupo, y muchas otras no se pueden controlar, pero siempre están presentes. El momento de la semana donde existen más variables independientes (que no se pueden controlar) es durante la competencia, el partido en sí, los 90 minutos, simplemente porque durante la competencia hay dos fuerzas (dos equipos, 50% vs 50%) que intentan conseguir el mismo objetivo. Quien gana es, según mi opinión, quien domina mejor su 50% y se adapta mejor, contrarrestando o aprovechando áreas de oportunidad, del 50% rival. Esto hablando de la competencia y suena un tanto radical, pero yo lo asumo como una gran verdad, pero en el día a día la situación cambia. Soy un convencido que mucho del éxito en un proyecto deportivo se trata de, sobre un análisis de los recursos, hacer una estrategia para potencializar éstos y diseñar actividades que los refuercen dentro y fuera de la cancha, creando así hábitos de trabajo y competencia. La repetición sobre una misma idea/conducta aumenta la probabilidad de éxito.

Recapitulando, un entrenador es contratado para asumir responsabilidades, especialmente las negativas, y dispone de ciertos recursos propios de cada club. Estos recursos deben de darles correcta lectura y sobre las conclusiones hacer una apuesta, elegir un plan, una filosofía de juego, trabajo y convivencia que potencialice los recursos y al llegar el partido ese 50% del cual tienes control, poderlo desarrollar de la forma más fluida y eficiente posible.

Quizá a muchos de ustedes les llama la atención el término “apuesta”, ya que lo pueden relacionar con juego de azar, y un profesional lo que intenta es en base a conocimientos y experiencia eliminar el azar al máximo posible, pero créanme que es la mejor forma de entender éste trabajo tan complejo. El entrenador con las cartas que le reparten (situación del club, objetivos en cuanto a logros/puntos, plantel, CT, recursos infraestructura, historia del club, filosofía, etcétera), debe analizarlas (hacer un diagnóstico real y objetivo de los recursos siempre influido por experiencias pasadas y “aderezado” con su propio estilo), acomodarlas (convencer, o hacer que actúen como convencidos, por medio de conocimiento, trabajo y relaciones interpersonales a TODOS), y al final de cuentas hacer una apuesta (basado en lo que tienes debes de escoger que tanto estas dispuesto a arriesgar con el objetivo de conseguir un beneficio), todo esto sin saber que tienen los adversarios. Es un juego donde nunca sabes cuándo vas a morir, pero siempre tienes el derecho de escoger tu muerto, y esto es lo único que te queda al final del día.Aquellos comentaristas, aficionados u otros colegas que critican las decisiones, el accionar o los resultados de un equipo, hablan desde el desconocimiento. Regresando al mismo ejemplo, es criticar la apuesta de alguien sin saber que cartas le habían repartido. Desde afuera se intuye o se da una posible lectura de la situación, pero con las cartas en la mano la situación cambia. Me queda claro, estoy segurísimo que todos los entrenadores cuando “apuestan” por un plan de juego, por elegir a un jugador y sentar a otro, por hacer una sustitución en determinado momento, estresar el ambiente durante la sesión, o cualquier otra conducta, es porque algo detectaron a favor del objetivo grupal, siempre esta es la máxima: nadie por arriba del objetivo del equipo, y es el entrenador, con sensibilidad, quien elige el camino a seguir.

Llega el momento de mostrar las cartas, y como bien saben hay veces que con para de 4´s se gana y en algunas otras con póker pierdes, situación a veces injusta pero es el encanto de la actividad. El que te hayan repartido una buena mano, el haber detectado el área de oportunidad y haber hecho una estrategia y apuesta adecuado, muchas veces no es suficiente. Hay otras veces que nos equivocamos, damos mala lectura, apostamos cuando no teníamos que apostar, “pasamos” cuando debimos de haber intervenido, arriesgamos cuando era momento de solamente perder sencillo, o metemos el “all in” en algo que estábamos totalmente convencidos y simplemente no fue suficiente.

Si eres el líder, aunque lo trates de evadir, siempre te llega el momento de apostar por algo, de asumir la responsabilidad, de anteponer el beneficio del equipo por arriba de cualquier beneficio personal, de cerrar todas las fugas de energía o duda dentro de los grupo, y sobre todo, de dar la cara cuando la apuesta no fue la adecuada. Para todo esto te contratan, las reglas las sabemos todos los entrenadores y el costo de oportunidad (por la cantidad de oferta) que se paga es caro, pero la satisfacción cuando has apostado por algo y todo el equipo se la juega, trabaja y disfruta el camino, más allá del resultado, es incomparable.

Se dice fácil, pero cuando ya no eres parte, cuando todo se acabó, te das cuenta la cantidad de situaciones y oportunidades de vivir que dejaste pasar con el único fin de conseguir un objetivo/resultado que como líder pensabas era lo mejor para el equipo. Siempre el equipo por delante, no concibo vivir de otra forma más que apostar todos los días por lo que mi corazón me marque.