La Mirada Crítica
Por Román Sánchez Zamora

…Yo recuerdo tu voz, tu duro gesto,el ademán severo de tus manos…

Octavio Paz, 1937

Carlos dejó ese libro en la mesa de billar, miró por la ventana a las aves posadas en su jardín…

—Seguro Vicky llegará tarde como siempre, es tan aplicada pero cree que sólo ella trabaja… Luis, sus hijos, seguro no le dejaran venir… Fer y sus negocios quizá lo tengan retenido, Rosy ha de estar saliendo ahora mismo de su diplomado, Libia… son tantas sus ocupaciones que siempre es mejor sólo una llamada para saludarle… Quizá venga el Doitor, tenemos muchas platicas pendientes… Y de Pablo ni hablar, desde que se fue a otra de las comunidades casi no viene; Rodrigo seguro se fue con algún personaje de la alta alcurnia, según sus palabras— se dijo a sí mismo, mientras abría una botella de vino y escogía una copa… revisaba que no las habían secado bien y las gotas de agua se habían petrificado en sus cristales…

Miró su reloj, pasaban de las 10:00 de la mañana…

—Quizá sea mejor otro día citarlos…— miraba la copa mientras se llenaba del preciado líquido… cuando sonó el timbre…

Uno a uno los invitados fueron llegando, y se saludaron tan efusivos, tan alegres…

—Para mí este grupo marcó mi vida… pues éramos tan diferentes, y lo único que teníamos era el ánimo de cambiar las cosas, de luchar por nuevos esquemas que permitieran una mejor sociedad…— Dijo uno de los convidados mientras se comenzaban a despedir… la tertulia de 12 horas había sido agotadora…

“…furiosamente me alzan,

otros cuerpos y venas,

otros abandonados ojos campesinos,

otros negros, anónimos silencios…” (Paz, 1937).

Carlos se quedó al silencio de los grillos… la lluvia comenzó a caer…

—Por favor, no te vayas a ofender, pero tengo unos trajes que ya no me quedan y quizá puedan servirte— le dijo Carlos a Raúl, en esos lejanos 90.

—Fue la primera vez que lo veía, no sabía quién era, ni por qué me había ofrecido esos trajes… así conocí a Carlos… un tipo muy solidario…— Dijo Raúl.

—Llegué a su casa, recuerdo que era agosto, las clases habían comenzado, me invitó a sentarme, tenía una pijama y un abrigo, muy a la europea, pensé… el árbol de Navidad estaba a medio levantar—… Nos contó Raúl esa noche… y no parábamos de reír…

—Mi Raúl, como ves ando muy ocupado y mira aún no termino de levantar mi árbol… quizá en noviembre… He pensado mejor poner las esferas que quité pero vino mi mamá el otro día y me regañó y bueno… Poco a poco asimilo su regaño y quizá aquí cenemos en Navidad y mejor no lo quito…— Me dijo Carlos— no le digas a nadie— pero ese nadie pues… ya todos los amigos lo saben…

Raúl, el Doitor, observó a los convocados a la tertulia…

tu tierno, fértil odio,

que hizo a la tierra arder”… (Paz, 1937).

—Fue un gran tipo, llegó el momento que tenía a la comunicadora, a los políticos, a su intelectual, a Luis que era el del varo, que nunca vimos el varo pero era un tipo que llegaba hasta en camioneta, en esos años de juventud…— Dijo Raúl y tomó un trago de vino…

—Cuando los amigos se van, queda una nostalgia muy fuerte que duele hasta el alma— dijo Luis-… Sin duda que no estamos preparados pues pensamos que somos eternos…— y apuró la última gota de su copa…y suspiró profundo…

—Carlos fue un gran motor en mi vida, pues gracias a él comencé a relacionarme con la prensa de esos años, pues venía de una familia de abolengo ligada a las letras— dijo Fernando… —No hay duda… los guerreros el día de hoy estamos incompletos—.

—No digamos cómo se fue, sino cómo estuvo en nuestras vidas…— dijo Vicky… Quien al sentir frío su hija le había acercado un chaleco…

—Pues para mí, siempre sus palabras me calmaban, llegaba yo con mis problemas y ya no podía… Y me escuchaba y me decía..: mmmm no te equivoques… pensemos… y luego hablábamos de todo y menos de mi problema pero me iba tranquila… Sin duda que sabía manejar los problemas con sus frases cortas pero bien dirigidas…— dijo Rosy… Quien celebraba su nuevo título…

…Has muerto, camarada,
en el ardiente amanecer del mundo
(Paz, 1937).

—Sin duda que nos dejamos llevar por los trabajos, luego vivir la familia y luego cumplir con la sociedad y nos olvidamos de nosotros y de esas amistades… Ya ven, yo me fui al extranjero por años… Y hasta hoy veo que quizá no fue lo mejor… Pero estar aquí sí es lo mejor…— Tomó su copa Libia y brindó por los tiempos pasados…

La soledad personal en muchas culturas es algo normal que taladra en el cerebro y el alma en los momentos de plena soledad, al escuchar una música en el rechinar del carro del supermercado, o al escuchar pisadas lejanas al entrar al ascensor, respiraciones lejanas en la amistad pero cercanas en la cotidianidad de subir al edificio para ir a trabajar…

La soledad del mexicano se vuelve algo cotidiano dentro de los que se dicen ser los millennials contra los Godínez en la supuesta madurez…

¿Cuál es la madurez?

¿Qué es hacer vida?

¿Qué es volver al origen?

Por fin los mexicanos cayeron… en la soledad del mismo Octavio Paz, en la soberbia y traición de Mariano Azuela, en el miedo de Juan Rulfo, en la fortuna y muerte de Carlos Fuentes, en el crimen de Manuel Payno, las posibilidades factibles de Jesús Reyes Heroles, en las realidades mexicanas del doctor Atl… Al mexicano perfecto de Amado Nervo, en las verdades a conveniencia de Enrique Krauze, en los amores convenientes de Ángeles Mastretta… En el engaño paupérrimo de Raúl Velazco….

Lejanos a una doctrina hecha para los mexicanos, lejanos un pensamiento para ellos… El chiste, la risa… Era la salida más fácil y así se fueron generaciones al olvido…

¿Cómo establecer una posibilidad para una generación XXI?

“Te imagino tirado en lodazales,

caído para siempre,

sin máscara, sonriente,

tocando, ya sin tacto,

las manos de otros muertos,

las manos camaradas que soñabas.

Has muerto entre los tuyos, por los tuyos”. (Paz, 1937).

—Abuelo… Vuélvenos a contar ese cuento… De ese Carlos… Se ve que era un tipo excepcional…— Claro que sí… dijo… el Doitor

Paz, Octavio (1937) elegía a un compañero muerto en el frente de Aragón.

Por fin se cumple la tercera temporada de La Mirada Crítica, siempre agradezco a Mario Alberto Mejía por su apoyo y disposición para que mis letras fueran leídas… Hoy que preparo mi sexto libro… Gracias a usted que me ha leído y sabido de mí, por medio de esta columna… Nos leemos en el 20.