Off The Record
Por: Ignacio Juárez / @ignacio_angel

La asamblea para elegir a 16 consejeros nacionales y a los 100 integrantes del Consejo Estatal del PAN terminó por confirmar la debacle que viven los arcaicos liderazgos al interior del partido, sobre todo de la ultraderecha, quienes no han entendido que existe una auténtica rebelión de la militancia, sobre todo de aquellos operadores de tierra que lograron el excelente resultado en la capital poblana y zona conurbada el pasado 2 de junio.

El principal damnificado fue, sin duda, el ex edil Eduardo Rivera Pérez y quienes lo apoyan en su camino a la alcaldía para 2021: Mario Riestra Piña, Humberto Aguilar Coronado, Jesús Zaldívar Benavides, Ana Teresa Aranda, Pablo Rodríguez Regordosa y Jorge Aguilar Chedraui, entre otros.

La primera llamada de alerta para este grupo ocurrió en la asamblea para elegir al presidente del Comité Directivo Municipal (CDM) en Puebla, donde Jesús Zaldívar apenas y logró ganar la contienda con una diferencia de 200 votos. Lo realmente importante fue que los liderazgos tradicionales comprobaron que Eduardo Alcántara Montiel, el otro aspirante, logró una auténtica revuelta entre la militancia y operadores que sacó a la luz el cansancio y hartazgo existente.

Alcántara Montiel ganó perdiendo debido a que conformó una nueva corriente política al interior del panismo, la cual no puede ser menospreciada. La ultraderecha, a través de Zaldívar, conservó la mitad del padrón, pero la otra mitad está en su contra, por lo que está obligado a sentarse a negociar y pactar con sus adversarios. Eduardo Rivera, en tanto, sufrió su primer descalabro; haber apoyado a su ex secretario de Gobernación municipal le habría ofrecido un triunfo contundente y le hubiera permitido liberarse del pago de cuotas con otras expresiones como los morenovallistas y El Yunque, además de que estaría muy legitimado en su carrera por la presidencia municipal.

El domingo pasado, la ultraderecha y socios de Eduardo Rivera volvieron a sufrir un duro golpe en su estrategia para apoderarse del partido. Eduardo Alcántara; la dirigente estatal, Genoveva Huerta Villegas, y el ex líder estatal Rafael Micalco Méndez –antiguo aliado de Rivera Pérez– fraguaron una alianza que les dio como resultado conseguir 10 de los 18 lugares para el Consejo Nacional y casi 65% del Consejo Estatal, órgano responsable de definir la política a seguir rumbo a 2021.

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Por el contrario, connotados integrantes de la ultraderecha y el equipo riverista como Enrique Guevara Montiel, Rafael Guzmán, Pablo Rodríguez Regordosa, Jorge Ocejo Moreno y hasta Pablo Montiel Solana se quedaron fuera de la jugada.

¿Qué ocurrió? Que tanto Genoveva Huerta como Rafael Micalco supieron leer correctamente la rebelión que existe al interior del partido, y que encabeza Eduardo Alcántara, por lo que decidieron forjar una alianza y subirse a la ola anti liderazgos tradicionales. Al no poder controlar el Consejo Estatal le salieron alas al objetivo de Rivera y sus secuaces de arrebatar el control del partido a Huerta Villegas y todo el Comité Directivo Estatal (CDE), por lo que el CDM capitalino se convirtió en su último reducto de poder, el cual todavía está en veremos ya que se encuentra en marcha una impugnación presentada por el equipo de Alcántara y la posibilidad de ventilar todo públicamente ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), algo que trata de evitar a toda costa el presidente nacional del PAN, Marko Cortés.

La derrota del domingo –hubo casos como Humberto Aguilar y Jorge Aguilar que decidieron irse antes de conocer los resultados a sabiendas que habían perdido– también puso en una encrucijada al grupo riverista que denunció una serie de anomalías en la votación: ¿Impugnarán el proceso y con eso avalarían en los hechos la inconformidad de Eduardo Alcántara? ¿O preferirán tragarse el enojo y reconocer los resultados que no les fueron favorables?

De paso, el domingo se rompió otro mito creado por Eduardo Rivera y su equipo: que detrás de Eduardo Alcántara se encontraba el secretario de Gobernación estatal, Fernando Manzanilla Prieto. Los resultados de la votación dejaron en claro que hay una fuerza en movimiento al interior del PAN que hasta ahora sólo tres personas han sabido capitalizarlo. Incluso, antes de que terminara la elección comenzó a circular un chiste: ¿Si Manzanilla operó para la asamblea municipal, Olga Sánchez Cordero operó para la asamblea estatal?

Por último, en el CEN del PAN tienen una radiografía exacta de lo que ocurre y existe el temor de que la inconformidad termine por pegarle directamente a Marko Cortés y su equipo. Puebla es el segundo padrón más grande del país y la mitad está en contra de los liderazgos tradicionales panistas. La ultraderecha se encuentra con uno de los retos más importantes de su vida política, pues pensaron que al desaparecer el morenovallismo sería muy fácil recuperar al partido. Lo que nunca previeron fue el cansancio y la revuelta de las bases que demandan una profunda democratización del panismo y convertirse en un auténtico contrapeso a la Cuarta Transformación poblana.