Bitácora
Por: Pascal Beltrán del Río

¿Por qué pesa más un acuerdo con el presidente de Estados Unidos que un compromiso con el pueblo de México? 

El martes por la noche, luego de que las delegaciones de los gobiernos de uno y otro país se reunieron en Washington para revisar los resultados del acuerdo sobre migración firmado el 7 de junio, Donald Trump subió un tuit para celebrar que el número de migrantes indocumentados detenidos en Estados Unidos va drásticamente a la baja. 

“¡Increíble progreso en la frontera sur!”, escribió. Y apoyó su dicho en una gráfica que daba cuenta de un descenso de 92.2 por ciento, de 119 mil 13 detenidos en mayo a nueve mil 292 en lo que va de septiembre. 

Más allá de que Trump comparó los datos de un mes completo con los de una decena de días, su entusiasmo fue compartido por el canciller mexicano Marcelo Ebrard, quien afirmó el mismo martes que la estrategia para reducir los flujos migratorios que se dirigen a la frontera está funcionando.

Hace tres meses, México se comprometió a hacer precisamente eso para evitar la amenaza de Trump de imponer aranceles a todas las exportaciones mexicanas. Y vaya que ha cumplido. 

El costo ha sido destinar de tiempo completo a varios miles de elementos de la Guardia Nacional, la Policía Federal y el Instituto Nacional de Migración para contener en los límites con Guatemala a centroamericanos y personas de otras regiones del mundo que buscaban transitar por México para llegar a EU y detener a quienes se habían internado en México antes de la firma del acuerdo, así como a quienes se colaron por nuevas y peligrosas rutas. 

De enero a julio de este año, la cifra de migrantes sin papeles detenidos por autoridades mexicanas alcanzó los 123 mil, de los cuales 30 mil corresponden sólo a junio. 

Además, México aceptó ser parte de un programa –llamado informalmente Quédate En México– que consiste en permitir que permanezcan en territorio nacional los solicitantes de asilo político en Estados Unidos mientras un juez decide sobre su petición.

De acuerdo con una nota del diario Los Angeles Times, unos 35 mil migrantes –principalmente centroamericanos– se encontraban en esa condición, mientras que otros 18 mil se habían anotado para ser entrevistados en el lado estadunidense de la frontera. Si nos atenemos a los datos de agosto tuiteados por Trump (30 mil 281 detenidos en aquel país), hoy en día hay más nuevos migrantes indocumentados centroamericanos confinados en México que en Estados Unidos.

El acuerdo ha tenido un costo de imagen para el país, pues organizaciones internacionales e incluso la alta comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, la chilena Michelle Bachelet, han criticado la nueva política migratoria mexicana. 

Hay quienes han celebrado que México por fin tiene control sobre sus fronteras, lo cual no es un argumento menor, considerando que los migrantes se han convertido en botín de organizaciones criminales. Pero lo que está fuera de discusión es el contraste que hay entre los resultados de la política migratoria que se acordó con Washington y los de la lucha contra la inseguridad. 

Como le relaté ayer, hace casi cinco meses el presidente Andrés Manuel López Obrador se comprometió a que en un semestre se comenzarían a notar los efectos de su estrategia contra la violencia de los grupos delincuenciales. Hasta ahora, no se han visto. Y uno tiene que preguntarse por qué ha habido tanto éxito a la hora de atender la demanda de Trump y tan poco para responder a la exigencia de mayor seguridad por parte de la ciudadanía. 

¿Será porque el primero tiene capacidad de amenazar con sanciones en caso de incumplimiento y la segunda no?