Garganta Profunda
Por: Arturo Luna / @ALunaSilva

En la Asamblea Estatal que tanto festeja, porque consiguió el aval del INE, la cúpula poblana de las Redes Sociales Progresistas (RSP), la número 13 de 20 que requieren para convertirse en partido político nacional, entraña un oscuro, pero muy visible, pacto entre la ex líder magisterial Elba Esther Gordillo Morales y el marinismo, incluso sin la presencia de su cabeza, el hoy prófugo Mario Marín Torres. El objetivo, desfondar al PRI en el estado. Y prácticamente lo han logrado. La recompensa, seguramente candidaturas plurinominales para los marinistas poblanos, de entrada, el ex secretario particular del Góber Precioso, Ramón Fernández Solana, y su testaferro, Christian Macip. Los tiempos, en 2021. Aun presuntamente a salto de mata, Marín Torres sigue presente en Puebla y busca acercamientos con la Cuarta Transformación (4T).

Este sábado en el Salón Country de San Manuel, cuando el Instituto Nacional Electoral (INE) validó la décimo tercera asamblea de las huestes “progresistas” —así se autodenominan—, fueron certificados más de cinco mil 100 militantes poblanos.

El requisito indispensable era de tres mil.

Metieron casi 80% más.

Lo interesante de la aritmética de este tema es que tres mil 890 —la cuenta precisa se obtuvo con una aplicación— fueron ex priistas o priistas que aún no comunican a su partido el cambio de bandera.

Prácticamente los operadores de los distritos electorales federales 9 y 11 de la capital poblana, que a su vez contienen o abarcan parte de los locales 10, 11, 16, 19 y 20, ahora son elbistas.

Progresistas”, como piden que les digan.

Mientras el presidente del Comité Directivo Estatal (CDE) del PRI, Lorenzo Rivera, papa moscas, se quedó sin estructura en la capital de la entidad.

Y casi de un día para otro.

Evidencia así que es todavía un político muy provinciano.

Macip y Fernández Solana fueron los operadores de la desbandada que, en corto nos dicen los testigos, tanto les festejó y les reconoció en público la maestra en la comida privada del mismo sábado, en su visita a Puebla.

¿Qué lectura merece la alianza Elba-Marín?

Varias.

El Góber Precioso busca, o así debe leerse, un camino para la reconciliación con la 4T a nivel nacional, más que en Puebla.

Aunque también aquí le interesa.

De otro modo no se entendería la búsqueda de un puente tan importante, tan de plata, como la maestra chiapaneca.

También, delata una, esta sí, verdadera traición del marinismo al tricolor, al que deja literalmente convertido en cascarón.

También marinistas de la Mixteca en pleno y de varios municipios de la Sierra Norte, se sumaron a las RSP.

Otra lectura importante es que Marín ya no le ve futuro al tricolor.

Apoyó, al principio de la campaña a la gubernatura de este 2019, antes de que fuera buscado para su arresto por la justicia federal, al abanderado tricolor Alberto Jiménez Merino.

No podía ser de otro modo.

Lo había puesto él.

Pero sólo para simular, porque siempre lo vio como una moneda de cambio, a él y al PRI, para congraciarse con el presidente Andrés Manuel López Obrador, con el hoy gobernador, Miguel Barbosa.

En el tema de la contienda interna por la dirigencia, ni desde las sombras de su fuga operó el oriundo de Nativitas Cuautempan.

Meses antes, sí había estado apoyando al ex gobernador de Oaxaca, otro impresentable, Ulises Ruiz Ortiz, quien aspiraba a la dirigencia del Comité Ejecutivo Nacional (CEN).

Hoy las cosas las han medido muy distinto en el marinismo.

Le han mandado a celebrar misa de cuerpo presente al PRI poblano.

Lo van a negar en el edificio de la Diagonal, pero se extingue el priismo.

Y esas cenizas no son de Ave Fénix.