La Quinta Columna
Por Mario Alberto Mejía

Siempre fue parte de la cultura del esfuerzo, pero tuvo que esperar muchos años para que Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo aceitaran los astros.

Paola Ruiz García se vestía y se peinaba como Vica Andrade, la señorita que le bajó el esposo —Memo del Bosque— a Mónica Noguera: su mejor amiga.

(Su mejor amiga antes de la vajilla. Después fue su mejor ex amiga).

Pao, pues, era una chica joven y guapa a la que le decían “La Vica”, cosa que la llenaba de júbilo cuando tenía que ir por las cocas y los Gansitos.

Trabajaba, cómo olvidarlo, en el Fideicomiso San Francisco y con trabajos había terminado la Prepa.

Ignoraba, por supuesto, lo que el destino le tenía preparado: una curul —en lugar de Yadira Lira—, el ingreso al cielo de la 4T y un doctorado Honoris Causa de treinta mil pesos en cómodas mensualidades.

(Hay doctorados más caros. Depende de los materiales empleados en el título, la toga y hasta los guantes).

La “Vica” vivía por entonces un romance con un cuñado de Mario Marín Torres, quien se perfilaba para ser gobernador del estado y el Benito Juárez de por aquí cerquita.

(Lydia Cacho no estaba ni en su agenda ni en su radar, aunque Kamel ya era su héroe de la película, papá).

La “Vica” oía a Camilo Sesto y corría para tomar su camión.

Era una chica modesta con nociones de taquimecanografía.

Todavía no usaba Chanel

Usaba Avón.

Y a veces jabón simplemente.

Hoy por hoy, casi quince años después, la “Vica” sigue dejándose la cabellera como Vica Andrade, pero ya nadie le dice como su ídolo.

Hoy le llaman “Pao” —sus amigos—, “diputada” o “doctora”.

O “doctora y diputada”.

O “doctora Pao”.

O “diputada Pao”.

Aunque ella siempre será “La Vica”: la chica enamorada del amor que iba por las cocas cantando “Mi buen amor / mi buen amor / por alguien como tú / vale la pena vivir”.