Mis Últimos 20
Por: José Luis Sánchez Sola / @Elchelis

Desde el Camino de Santiago, en Galicia.

Lo comencé el martes 10 desde Ponferrada, provincia ubicada al norte de León-Castilla. Fueron 24.1 kilómetros; el destino fue Villafranca del Bierzo, caminando otros 28.4 para llegar a la primera provincia de Galicia, O Cebreiro. De esa manera, y dado el recorrido escogido, son 206.4 kilómetros hasta llegar a la Plaza del Obradoiro, donde la aventura termina en Santiago de Compostela y, según mi guía, tendré frente a mí la catedral de la ciudad.

Hoy estoy a 20 kilómetros de llegar a Pedrouzo y mañana (hoy) lunes 16, llegando a mi destino, sí daré como buen mexicano un grito de felicidad por haber cumplido un sueño. Hace 18 años, por estos meses, mi hija mayor lo hizo. La gran diferencia es que ella empezó en Roncesvalles, al norte del país y frontera con Francia, a 600 y pico de kilómetros y casi cuatro veces más de tiempo.

Independiente a tu motivo por hacerlo, sí necesitas una condición física mediana para caminar todos los días tramos entre 22 y 28 kilómetros por brechas, a veces subidas y otras bajadas, a veces por el acotamiento de la carretera y otras por caminos empedrados y difíciles para los que no están acostumbrados a la vida campirana.

Yo tenía muchas ganas de hacerlo y hoy al salir del equipo Puebla se presentó la oportunidad de hacerlo, solo, con mi mochila y mis pensamientos. Es duro, pero al tercer día le tomas el ritmo; paras cada hora, que cargando la mochila y sorteando los caminos, son como cuatro kilómetros. Te tomas un café, una botella de agua, dos cigarros, con alguien platicas y continuas los siguientes cuatro. Así, durante cinco o seis horas, dependiendo de la distancia de llegada. Siempre pensé que era mejor bajar que subir, pero no, en las bajadas mis rodillas cargan todo el peso y en las subidas solo arrimando el peso hacia adelante. Después el calzado a utilizar se vuelve casi lo más importante. Mi primera opción fueron unos tenis con plataforma alta para caminar. Después del segundo día, me salieron ampollas sobre las ampollas y entonces vino la ayuda de terceros: “ponte vaselina, curitas y algodón, talco y calcetín sin costuras, etcétera”. Yo tomé la decisión de cambiar el zapato por unos Croks, sí, de plástico, y el resultado fue peor. Tuve que ir a un doctor a que me las reventara y les pusiera un líquido que me imagino me cicatrizó en la noche y al otro día, con todos los ungüentos y cuidados, regresé a mis tenis y doble calcetín. Así voy y así terminaré. Después de cada jornada, me tardo una hora en arreglar los desperfectos y listo para el otro día. Eso, por un lado, por el otro, hace tres días me entero que por tres euros una compañía te lleva tu mochila al hotel o parador donde vayas a llegar. Entonces viene el cambio radical: vas totalmente ligero, tu paso lleva un ritmo y tu cabeza, lo más importante, tu cabeza y mente van libres y empiezas a pensar y te vuelves compañero de tu soledad, la disfrutas porque sólo tienes esa preocupación: tus pensamientos. ¿Quién? ¿Por qué? ¿Para quién? ¿En dónde? Son los comienzos de cada evento vivido ayer, hace un mes, un año, diez o veinte. No importa el tiempo, el protagonista es el evento, con muchos episodios en los cuales yo salgo en todos. Nada que arreglar de lo que pasó y sí mucho que aprender de lo mismo. Al fin llego a la conclusión de que me involucró igual, como ejemplo, en la muerte de un ser querido, que en la muerte de una tía abuela lejana que ni conocía. Mi “yo” externo me dice que tengo que tener una medida para involucrarme, mi “yo” interno me dice que, si no te involucras al 100, mejor no lo hagas, que tu sola participación vale el 100% de tu querencia, de tu sentimiento y de tu corazón. El resultado de esto, como la vida misma, me dicta que todo lo que empieza tiene que terminar y que, si por ser extrovertido lo tienes que sufrir al fin, por lo mismo también lo tienes que disfrutar en el proceso de una forma total. El resultado siempre será lo mismo, que todo termina, pero con la esperanza de que se encontrará un nuevo camino, una nueva esperanza.

Hoy, a falta de casi nada para concluir este enfrentamiento personal, esta es mi respuesta: el “Chelís” no es un personaje, el “Chelís” es José Luis Sánchez Sola, un ser muy afortunado y apasionado en lo que hace, como esposo, padre, abuelo, hijo, hermano, amigo, comerciante, comentarista y técnico. No tengo que cambiar nada, tengo que ser mejor en lo que haga. Yo no voy a cambiar a la gente, les mostraré que se puede ser mejor ser humano, en tiempos que esto se tiene olvidado, pero yo no puedo caer en esa hipótesis, no quiero comprobarla, no quiero argumentos baratos para no creer en la gente, porque en ese momento dejare de creer en mí.

La mitad de la Liga

Ya varios equipos jugaron nueve partidos, la mitad de los 18 que les corresponden. De Pumas y Atlas que casi tienen el 50% de producción, los de arriba, al mismo ritmo, al mismo paso, lograrán el pase a la liguilla. Lo que sucede es que abajo de ellos están Monterrey, Cruz Azul, Tijuana y Pachuca que por su juego actual están en esos malos lugares, pero por la inversión efectuada han dejado a deber y más de uno de estos últimos no entrará a la fiesta grande.

Me gusta mucho lo de Necaxa, Gallos y Santos, con mucha constancia en su juego y sin cambiar ideas. Apuestan a lo mismo después de este arranque y sólo por convencimiento lo van logrando. Están a 10 puntos de 27 para lograrlo. Santos, que al hacer este escrito no sabría su resultado de hoy por la noche, tiene 33 por disputar y Gallos 30. Anticipo que estarán en play-offs y ocuparán lugares, muy merecidos, pero poco probables si hablamos del principio de competencia.

Hoy le pongo mis fichas a Santos y León, que es un constante de todo el año. Me decepciona Toluca y Monterrey.

De Cruz Azul, que tienen muchos aficionados, sólo un personal comentario: todo lo que pasa fuera de cancha, afecta en la cancha, y este equipo hace mucho tiempo no solventa su problemática exterior. El jugador está muy acostumbrado a distraerse por todo lo que sucede en su entorno, se justifica y se quita responsabilidad. Con el señor (Ricardo) Peláez parecía que todos habían tomado un rumbo fijo y que más allá de la problemática encapsulada en su momento, supo enderezar la nave. Pero a los que no les conviene que esta nave vaya por aguas tranquilas, pusieron en el blanco al señor Peláez y su gestión, y todo se vino abajo y tener que volver a empezar.

Pero la raíz, la razón del todo, sigue fija y en su estado natural: lucha de poderes.