Esfera Pública
Por Elías Aguilar García

Hay un consenso acerca de la popularidad del presidente Andrés Manuel López Obrador,  ya sea el periódico Universal que le da 74% de aprobación o el tracking poll de Mitofsky que le da un 63% de aprobación, es un hecho que el presidente goza de amplia aceptación entre los mexicanos.

A pesar de la alta aprobación y apoyo de los mexicanos a la figura presidencial, no se traduce automáticamente en votos a favor de la fuerza política que representa, especialmente en las elecciones intermedias, es decir aquellas que se hacen a la mitad del sexenio y donde se eligen diputados federales, donde la historia señala que los altos niveles de aprobación al ejecutivo federal no garantizan un voto a favor del partido que representa el presidente.

Veamos las últimas elecciones intermedias que han ocurrido en nuestro país: en la elección intermedia del 2003, el PAN logró ubicarse como primera fuerza partidista con el 30.7% de la votación, seguido por el PRI con un 23.7% de los votos, una diferencia de 7.0%,  con un nivel de participación electoral de 41.2%.

En la elección de 2009, ya Felipe Calderón como presidente y con un nivel de aprobación de 70%, similar al de López Obrador en la actualidad, su partido político no pudo refrendar su posición como primer fuerza electoral, los candidatos a diputados del PRI lograron el 36.7% de la votación y relegó al PAN en un segundo lugar con el 28% de los votos, con un nivel de participación electoral del 44.6%.

La elección intermedia del sexenio de Enrique Peña Nieto, con un 41.0%  de aprobación, considerada como una baja popularidad, el PRI, su fuerza partidista, logró el 30.7% de los votos para diputados, ubicándose como la primer fuerza electoral, superando al PAN que obtuvo el 22.1% de los votos en aquella elección, con un 47.7% de participación electoral.

Algunas conclusiones podemos sacar de estos datos que me gustaría enumerar a continuación:

  1. La popularidad del presidente no es un factor determinante en la forma en que votan los mexicanos en las elecciones intermedias, de lo contrario, cómo se explicaría que en la elección intermedia de Felipe Calderón, con un nivel de aprobación alto, similar al del presidente López Obrador, el partido que representaba en ese momento, el PAN, fue superado por el PRI al momento de sufragar. Tampoco se explicaría cómo en la elección intermedia de 2015 con un nivel de aprobación de 41% de Peña Nieto, su partido, el PRI, refrendó su posición como primera fuerza electoral en aquella contienda.
  2. Pese a que se detecta una creciente participación electoral en las elecciones intermedias, que pasó de 41.2% en 2003 a 47.7% en 2015, es muy aventurado señalar que hay un creciente interés de los electores por elegir a sus diputados federales, debido que entre 2003 y 2015 hubo cada vez más alineamientos de elecciones estatales con las federales. Por ejemplo, en 2003 de forma simultánea a la elección federal en 6 estados se eligieron gobernadores y 563 presidentes municipales. Para 2015 se eligieron 9 gobernadores y 871 alcaldes de forma paralela a la elección federal, la confluencia de elecciones locales con las elecciones intermedias federales es un impulso a la participación electoral, que no necesariamente beneficia al partido que representa el presidente de la república.
  3. Para la elección 2021, dado que se elegirán 13 gubernaturas, es previsible una mayor participación electoral en la elección federal, pero tendrá un impacto en el voto dependiendo del contexto particular de cada estado de la república, y sin un beneficio directo para un partido en particular, depende del contexto particular de las elecciones locales, y en estos casos el contexto local afecta al contexto nacional, de tal forma que en los estados donde el PAN o el PRI tienen una presencia histórica importante, es probable que afecten el sentido del voto en la elección federal.

Popularidad y voto son cosas totalmente diferentes, el voto en las elecciones intermedias es afectado por la presencia de los partidos en los diferentes estados de la república, la capacidad de operación de los partidos en las diversas regiones del país marca el resultado electoral, donde el PAN y el PRI tienen todavía importantes estructuras que por el momento superan a Morena. Ya veremos si Morena logra armar una estructura electoral que le pueda permitir capitalizar la alta aprobación del presidente López Obrador en votos, reto muy complicado dado el poco tiempo, y la dependencia de Morena a la imagen del presidente de la república.