Bitácora
Por: Pascal Beltrán del Río

“¿Qué responderías a quienes afirman que las leyes secundarias de la reforma educativa no se decidieron en el Congreso de la Unión, sino en Palacio Nacional, en una negociación entre el Presidente de la República y la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación?”, pregunté al coordinador de los diputados federales de Morena y presidente de la Junta de Coordinación Política en San Lázaro, Mario Delgado, en entrevista para Imagen Radio. 

“Pues que tienen razón”, me respondió. “El Presidente de la República y los legisladores de Morena provenimos del mismo proyecto político, y es natural que así suceda”.

En pocas palabras, la bancada de Morena es la bancada del presidente Andrés Manuel López Obrador, una relación simbiótica entre Ejecutivo y Legislativo que la izquierda mexicana no se cansó de descalificar en los tiempos del dorado autoritarismo del PRI. “Borregos, levantadedos”, les espetaban. ¿A poco ya se les olvidó? 

La semana pasada, Wilbert Santiago, vocero de la Sección 22 del SNTE (que controla la CNTE), me había dicho que la propuesta de devolver las plazas automáticas a los egresados de las normales había sido de ellos, no de Andrés Manuel López Obrador, como éste había alegado ante los señalamientos de que estaba pagando, con la reforma educativa, los favores políticos que los profesores disidentes le habían hecho en la campaña electoral. 

A diferencia de los legisladores del oficialismo, evidentemente plegados a los deseos que salen de Palacio Nacional, los miembros de la CNTE van por sus intereses por encima de cualquier compromiso político, con López Obrador o con quien sea. 

La CNTE sigue en lo suyo, lo de siempre: movilización, negociación, movilización. Ellos no tienen aliados más allá de las ventajas que puedan sacar para su causa: plazas, privilegios, dinero. 

La Coordinadora, que parecía derrotada tras la reforma educativa del sexenio pasado, renació con fuerza y ha vuelto a imponer sus condiciones. 

A diferencia de la descompuesta oposición política, a la CNTE no le impresionan los 30 millones de votos de López Obrador. Ya se vio que ella es capaz de prevalecer ante cualquiera que le tenga miedo. Y el oficialismo demostró que teme a los rijosos maestros. La CNTE es la horma de su zapato.

Bastaron algunos días de plantón en San Lázaro para que la Coordinadora impusiera sus condiciones en la redacción de las leyes secundarias de la reforma educativa. Bien y bonito se cobraron los maestros disidentes el puñado de votos que le dieron a López Obrador en la elección del año pasado. 

Porque, a todo esto, ¿cuántos votos pudieron ser? Digamos que un cuarto de millón, en el mejor de los casos. Pues qué pena, pero fueron suficientes para poner en jaque a la Presidencia, al Congreso y a la sociedad en su conjunto, con unos dictámenes de las leyes secundarias que ni siquiera respetan la Constitución. 

Y así lo va a votar la mayoría oficialista, porque en eso quedaron la CNTE y el Presidente.

BUSCAPIÉS

Apenas acababa de presumir los resultados de su política de seguridad –en su informe ante el Congreso capitalino– y la jefa de Gobierno de la Ciudad de México conoció un duro golpe de realidad: la ejecución de una familia en la colonia Doctores, al más puro estilo narco.