Plumas Ibero
Por: José Teódulo Guzmán Anell, S J

La tarea de los docentes es compleja, multidimensional y creativa, tanto por la filosofía educativa de la Ibero como por los estudiantes en este tiempo y en esta sociedad.

Alguien ha dicho que para el estudiante que aspira a cursar una carrera en el nivel superior, la universidad es un puente que si lo cruza obtendrá un nuevo estatus social y un mejor nivel de vida. El nuevo estatus lo obtendrá si consigue un título, el cual le avalará una nueva posición social y laboral en el mundo del trabajo.

En este sentido parecería que al estudiante universitario le importa menos el conocimiento científico, cultural y artístico que le proporciona una carrera universitaria y mucho más la obtención de un papel que le permita ascender en la escala laboral.

Si le preguntamos al estudiante de nuevo ingreso por qué eligió estudiar en esta universidad, probablemente nos responderá que la escogió por su prestigio académico, y porque aquí encontrará cierto tipo de relaciones sociales que le ayudarán, en el futuro, a lograr un buen empleo. Será necesario entonces que poco a poco vaya comprendiendo que la universidad de la Compañía de Jesús pretende que sus estudiantes obtengan no solo un título profesional, sino al mismo tiempo una formación integral como personas, con pensamiento crítico respecto de las estructuras injustas de la sociedad.

Poco a poco los alumnos y alumnas de nuestra universidad irán comprendiendo que no están aquí únicamente para leer textos sino también para entender el contexto social, económico y político concreto en el que están situados. Por ello, el modelo pedagógico de la Compañía de Jesús propone que el docente asuma como punto de partida la experiencia del estudiante, en cuanto persona, miembro de una familia y de una patria, y que se ha desarrollado en un determinado contexto social y comunitario.

En términos de la actividad docente, lo que importa en primer término no es tanto la precisión en la elaboración del syllabus sino el conocimiento que tenga el docente de las capacidades y necesidades personales que traen consigo los estudiantes, desde los diversos entornos sociales y culturales de donde provienen. Importa el contenido de las disciplinas tanto como las condiciones del receptor de ese contenido.

Los objetivos educativos y los procesos didácticos deberían estar en función de las necesidades y expectativas de los alumnos. En este sentido, el docente debería inquirir ¿qué habilidades tienen los estudiantes para leer comprendiendo lo que leen? ¿Qué destrezas poseen para redactar un ensayo con precisión? ¿Qué capacidades demuestran para conceptualizar a partir de la abstracción de la realidad, para elaborar hipótesis y proyectar soluciones alternativas a diversos problemas?

¿Sabe el docente cómo detectar si el estudiante va logrando cambios positivos en su manera de ver la realidad y sentir los efectos de la misma en sí y en los demás? ¿Emplea ciertos mecanismos para evaluar el grado de competencias que va desarrollando el estudiante para pensar, expresarse y actuar en los diferentes ámbitos de la ciencia y la cultura?

Algunos analistas del comportamiento intelectual y social de los estudiantes universitarios actuales afirman que estos, por lo general, son interdisciplinarios y multiculturales, en cuanto desean conocer y experimentar nuevas relaciones y poder expresarse en otros idiomas además del inglés. Asimismo, dicen que son innovadores e investigadores de nuevos conocimientos y habilidades por su propia cuenta, dada la cantidad de herramientas de búsqueda con las que están familiarizados desde la infancia. Son nativos digitales.

Son, además, emprendedores, y desean tener su propio negocio o empresa lo más pronto posible. Suelen ser más comprensivos de los problemas ambientales, y por lo general son tolerantes, flexibles y adaptables a diversos contextos culturales.

En conclusión, diría que nuestros docentes pueden aprovechar estas habilidades e intereses de los estudiantes para abordar la complejidad del conocimiento científico inherente a la materia de aprendizaje, y al mismo tiempo impulsar a los alumnos hacia la experimentación de prácticas innovadoras frente a los retos que les plantean las diversas problemáticas de la sociedad actual. Se trata, en último término, de formar hombres y mujeres que sepan prever las condiciones en las que ejercerán su profesión y la forma más eficaz para continuar aprendiendo a través de la resolución de problemas.

En suma, la tarea de los docentes es compleja, multidimensional y creativa, porque así lo exige tanto la filosofía educativa de nuestra universidad como la índole de los estudiantes en este tiempo y en esta sociedad.

En todo amar y servir.