Sin Derecho de Réplica
Por: Alberto Rueda / @AlbertoRuedaE

Lo ocurrido el jueves pasado en Culiacán, Sinaloa, marcará un antes y un después en la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador.

No se tratará de “su Ayotzinapa” pero sí un descalabro parecido a la fuga de Joaquín El Chapo Guzmán, a la sazón, padre de Ovidio Guzmán.

Sobre si fue acertada o no la decisión del Gabinete de Seguridad para liberar a esta cabecilla del crimen organizado, llevaría a exasperar el álgido debate a favor y en contra tomando en cuenta que unos y otros tendrían un poco de razón.

Lo preocupante y en lo que todos coinciden es que el Estado quedó doblegado y que los delincuentes ahora creen que es éste el camino para gozar de la impunidad que se le brindó a Ovidio Guzmán y el Cartel de Culiacán.

Lo grave fue la respuesta del presidente López Obrador y su arrogancia al enfrentar la crisis.

Para muestra los últimos acontecimientos que ocurrieron en Tocumbo, Michoacán, donde integrantes del Cártel Jalisco Nueva Generación protagonizaron enfrentamientos armados, incendiaron un autobús y provocaron el caos y la psicosis entre la sociedad.

El método de presión fue muy parecido al vivido en la ciudad sinaloense el pasado jueves.

Y para colmo, en el municipio poblano de Tehuacán, gobernado por el inexperto Felipe Patjane, sucedió un hecho similar, emulando a lo acontecido en el norte del país.

Resulta que después de haber detenido a un cabecilla de un grupo delictivo identificado como Las Bigotonas, la Policía Municipal recibió una llamada de advertencia dando el plazo de una hora para que liberaran a este personaje o de lo contrario tomarían represalias consistentes en disturbios y el asesinato de cualquier elemento policial que encontraran en las calles.

Obviamente, esta situación puso en alerta al gobierno municipal, que prefirió acuartelar a todos sus elementos.

Fue una decisión razonable, puesto que mientras se descubría si esta amenaza era seria o no, lo mejor era no poner en riesgo a los elementos.

Pero el punto es que ahora, no faltará que algún grupo delincuencial intente imitar el modelo que puso de rodillas al Gabinete de Seguridad de la Presidencia de la República.

Porque al final, lo ocurrido en Sinaloa no ha encontrado una respuesta del gobierno que resuelva de fondo el resultado de su operativo fallido.

Se requiere un proceso para recuperar la dignidad de la autoridad.

La sociedad deberá entender que incluso se requiere, como pasa en otros países, como ya sucedió en el pasado, de una negociación que mantenga la paz y la estabilidad.