Garganta Profunda
Por: Arturo Luna / @ALunaSilva

El lopezobradorismo es un gag de stand up. A ello ha quedado reducido tras la tarde negra —que pudo terminar en rojo anochecer—deCuliacán. El gobierno de la república no tiene una estrategia de seguridad (ni de nada); sólo una necesidad de posicionamiento del actor principal. Es una puesta en escena. Un monólogo humorístico. Con su actuación en este caso, particularmente, se ha llevado al Estado mexicano a la abdicación, a la renuncia a sus principales facultades y obligaciones: el monopolio del uso de la fuerza y la protección de los ciudadanos. El narcotráfico, el principal enemigo de las instituciones, ha ganado. Mientras tanto, en su permanente show de austeridad, Andrés Manuel López Obrador se aísla, se incomunica, en vuelos comerciales en momentos en que la nación demanda un Presidente que no esté ausente. ¡Qué grave y podría empeorar!

Muchas cosas terribles han quedado al descubierto con el ridículo del gobierno federal, en la fallida aprehensión y prontísima y pusilánime liberación de Ovidio, hijo de Joaquín El Chapo Guzmán Loera, la semana pasada en un Culiacán convertido en un infierno en el que el narco mandó.

La lista es larga, pero hay reflexiones insoslayables, que destacan en esta comprobación del Estado fallido.

Es claro el mínimo tamaño que tienen los funcionarios de primer nivel federales.

Son verdaderos enanos incapaces de enfrentar un problema grave que debió asumirse con cautela e inteligencia desde el principio.

Nadie se salva en el gabinete de seguridad.

Las renuncias ya deberían estar llegando.

No puede, no debe, nadie con dos dedos de frente, ir a la caza de un capo de la magnitud de El Chapo Jr, sin estrategia, en su mismísimo cuartel general.

En donde es Rey Todopoderoso.

Donde las conciencias, las armas y las almas, le pertenecen y cuenta con un ejército a su servicio.

La masacre, dice el Presidente de la república, se evitó con su liberación, pero fue más bien una muy afortunada coincidencia.

Culiacán, la tarde del jueves 17 de octubre, ya estaba en llamas cuando se resolvió abdicar y soltar al hijo del máximo capo.

La decisión la tomó, sin consultar al Presidente, el gabinete de seguridad, pues López Obrador estuvo incomunicado una hora y 33 minutos, entre las 18:40 y las 20:13 horas, ya que viajaba a Oaxaca en un vuelo comercial.

El dato duro lo dio a conocer el periodista Pascal Beltrán del Río, director del diario Excélsior.

Este 19 de octubre escribió en su Twitter:

“Para efectos de precisión de la información, éste fue el tiempo en que el Presidente estuvo ‘incomunicado’, a decir del secretario de Seguridad. A pregunta expresa, ayer en Oaxaca, el Presidente dijo que la decisión de soltar a Ovidio la tomó el GS y que él estuvo de acuerdo”.

Acompañó sus palabras con dos imágenes: de la nota sobre la cita y de la bitácora pública de la hora de salida y llegada del vuelo Aeroméxico AM 2136.

El caos, por el show de la austeridad y la “venta”, que ni siquiera se ha concretado, del avión presidencial.

En todo esto es notoria la falta de equipos o asesores (aunque estén vetados) para no cometer pifias en temas como comunicación, inteligencia, seguridad y muchos más.

Cada vez es más evidente la división entre pros y contras del Presidente, que se refleja en redes, y que manifiesta la sociedad, con cada vez más contundencia.

El narco se mantiene como el principal enemigo del Estado mexicano, con este gobierno y con los pasados.

Los criminales públicamente le están arrebatando territorios completos, sin que (al parecer) el Estado pueda frenarlo.

A esto hay que sumar, reitero, una circunstancia muy grave, por absurda.

Porque es por un “gusto” del Presidente tabasqueño.

La tarde negra de Culiacán se convirtió en el primer caso comprobado de falta de actuación del Primer Mandatario por estar incomunicado en un vuelo comercial.

Inconcebible.

Sobre este particular, el diagnóstico de Alejandro Hope, respecto a la ausencia presidencial, que se evidenció con la crisis de Sinaloa, es brutal.

El especialista en temas de seguridad y articulista de El Universal escribió en su cuenta de Twitter junto con un fragmento de la nota, que también citó Pascal:

“Esta es una de las revelaciones más aterradoras de la batalla de Culiacán. Según esto, hay momentos en los que el Presidente simple y sencillamente no está disponible para asumir sus responsabilidades”.

La imagen de un recorte de periódico cita un párrafo de la nota sobre el parte del gabinete de seguridad:

“El titular de Seguridad señaló que al estar incomunicados con el Presidente Andrés Manuel López Obrador, el gabinete de seguridad federal tomó la decisión sobre los hechos registrados en Culiacán.

“‘El gabinete de seguridad estuvo reunido, sesionando ayer en la tarde, en la Ciudad de México, el Presidente se encontraba en Oaxaca. Nosotros asumimos las decisiones, cualquiera que sea la responsabilidad’, añadió (Alfonso) Durazo”, secretario de Seguridad y Protección Ciudadana.

Lo mejor que se puede desear ahora, es que las cosas no se repitan.

Que este cúmulo de graves errores deje lecciones.

Aprendizajes.

Que hayan tocado fondo.

Que lo peor no esté aún en el horizonte.