Garganta Profunda
Por: Arturo Luna / @ALunaSilva

La agria guerra entre sus tribus en Puebla solamente le presagia dos cosas al Movimiento Regeneración Nacional (Morena): muchísimas dificultades y debilidad electorales, así como una alta dependencia a las alianzas, como las que selló en el proceso extraordinario de 2019, para así no salir tan damnificado en las urnas el próximo 2021. Mientras los morenistas se dan con todo, se acusan de todo y construyen nada, institutos como el PVEM y las elbistas Redes Sociales Progresistas (RSP) se frotan las manos y avanzan en el afianzamiento de sus estructuras, con la certeza de que serán indispensables para el lopezobradorismo poblano, si es que está interesado el nuevo régimen en mantener alcaldías clave y la mayoría en el Congreso local.

Luego del fin de semana, cuando con una cascada de anomalías en sus elecciones distritales se corroboró el cochinero interno de Morena, que bien se venía advirtiendo, se comprobó también que su futuro electoral es negro.

El principal operador del gobernador Miguel Barbosa, el ex diputado local Eric Cotoñeto Carmona, se alzó con una victoria para su jefe y para su causa: ganó 46 de las 90 posiciones que se definieron de consejeros estatales.

De este modo, apenas justo, pero justo apenas, el grupo barbosista está en la capacidad de definir quién será el próximo presidente del Comité Ejecutivo Estatal (CEE) de Morena para el periodo 2019-2022.

Y desde ahí, por supuesto con la venia de Casa Aguayo, se pondrán candidatos.

Pero muy al estilo de su anquilosado pasado perredista, en Morena las tribus derrotadas no se quedaron tranquilas.

Unos anunciaron impugnaciones específicas en ciertos distritos, como el aspirante a la presidencia del CEE y diputado federal, Alejandro Carvajal Hidalgo, quien ni su demarcación, la 06, pudo controlar.

Se viven días de inestabilidad (más) en Morena.

Esta se acompaña de un subrayado golpeteo contra Cotoñeto y los personajes afines a Barbosa.

Este miércoles, también muy al viejo estilo del Partido de la Revolución Democrática (PRD) de los años 90, los derrotados e inconformes se aliaron contra el ganador.

Los aspirantes a la presidencia estatal armaron un bloque contra lo que bautizaron como una “elección de Estado”.

Tal cual.

Y acusaron que hubo mano negra de los gobiernos estatal y municipal.

Su intención es generar que se repita la elección de consejeros en los 15 distritos electorales federales de Puebla.

El bloque está conformado por la lista de la derrota.

Lo encabeza Mario Bracamonte González, el delegado del CEN; Abraham Quiroz Palacios, ex candidato a gobernador en 2016; el mismo Carvajal Hidalgo, y Edgar Garmendia de los Santos, el actual secretario General del partido.

A esto hay que sumar la decisión de postergar el proceso nacional de selección de dirigencia.

Morena es un caos perfecto.

En este escenario, es precisamente que el partido del Presidente de la república, en Puebla y en el país, depende de las alianzas que pueda concretar.

En este 2019, no hay que olvidarlo, el voto verde, el del campo, y el que se fugó de otros partidos, fue el que terminó por ayudar al triunfo de Morena en el proceso extraordinario para elegir gobernador.

El morenismo poblano solo no hubiera alcanzado la victoria.

Por eso, desde Palacio Nacional y desde la Cancillería no se ve con malos ojos el activismo de las elbistas Redes Sociales Progresistas (RSP) y del Partido Verde Ecologista de México (PVEM), respectivamente.

El primero, a punto de obtener el registro partido.

El segundo, en un franco proceso de afiliación.

Y es que, ante la incapacidad de Morena de comportarse como partido en el poder.

Y luego de que no sabe cómo ser partido hegemónico.

Sean las alianzas su tabla de salvación.

MAL ARRANQUE DE TRANSPORTISTAS

Muy mal comenzaron los transportistas al solicitar amparos contra la medida dictada por el gobierno barbosista de otorgar un descuento de 2.50 pesos por pasaje a los estudiantes de todos los niveles educativos, de lunes a viernes.

A pesar de que se les ofreció un subsidio de 1.25 pesos, los concesionarios que finalmente desde hace unos días aplican un incremento superior a 40% en el costo del pasaje, no quisieron absorber ni siquiera el peso y 25 centavos, la diferencia, por este descuento.

Así no hay ninguna confianza en que puedan cumplir con los acuerdos de modernización de rutas, dignificación del servicio e instalación de dispositivos de seguridad.

Para ello se les dieron cuatro meses.

Pero si ni siquiera pudieron ser solidarios con los estudiantes y absorber la medida que impuso la administración estatal, qué más se puede esperar.

No mucho.

Lamentablemente.