Mis Últimos 20
Por: José Luis Sánchez Solá 

Se refiere a hacer más lento una acción. Quitarle velocidad al resultado final. Este tema, aparte de ser el segundo final de un pequeño libro que estoy escribiendo, aparecerá en @24hpue a principios de noviembre de este año.

Se refiere a los tiempos que vive el equipo del Puebla y que, por el camino que ha tomado, se está ralentizado su caminar.

Recuerdo que a principios de 2000 fui con unos amigos que tienen maquiladoras de pantalón a la ciudad de Atlanta. El caso era que muchos talleres grandes y medianos se estaban transformando de maquilar pantalones a productos electrónicos para computadoras. La mano de obra utilizada tenía que ser mejor pagada y sólo con la elaboración de productos electrónicos daba para los salarios: tenían que desaparecer las maquiladoras de pantalón y por lo tanto, se vendían talleres muy grandes, con maquinaria moderna, a precios bajos. Recuerdo que ellos compraron muchos talleres, casi mil máquinas para ponerlas a funcionar en diferentes munici- pios de Oaxaca, Chiapas y Puebla.

El problema vino cuando los camiones llegaron a la bodega principal y no había espacio para tantas máquinas. De alguna manera me vi beneficiado porque en los sobrantes salieron cuatro líneas de producción para que yo pusiera dos maquiladoras en municipios de la Sierra de Puebla.

Salta a la vista que toda esta operación estuvo mal planeada: había máquinas pero no lugar para ponerlas.

Este problema se puede comparar con el presente y futuro del equipo Puebla: se tiene el mejor activo que es la historia y la afición, pero no las condiciones mínimas requeridas para ejercer.

Hoy sólo somos parte de un elenco de un canal de televisión que su único fin es eso, hacer televisión y no futbol. Aquí es importante mencionar que TV Azteca rescató al Puebla en un mercado de piernas de hace casi tres años. Sin la intervención de la televisora, el Puebla no había podido contratar ni vender en aquel Draft. La televisora se dedica a producir y hacer programas de televisión, su gente a eso se dedica como finalidad y objetivo, y poco o nada les interesan los activos históricos que en ese momento tendrían que administrar. No estoy escribiendo sobre una nueva actividad como el rugbi o el balonmano, estoy diciendo que la institución Puebla FC está siendo mal utilizada y puesta como parte de una programación de televisión abierta, faltando el respeto a una historia y a una pasión de 75 años de vida. Al final, se tendría quedar las gracias a esta compañía, porque sin ella, los dos últimos años el Puebla no hubiera existido. Pero más allá del agradecimiento, bien valdría la pena pensar en una solución de tajo, de raíz, de nuevos horizontes y con bases sólidas que darían frutos a los 10 o 15 años, pero serían frutos jugosos y dulces y con cosechas con la marca Puebla.

El equipo actual, la franquicia, la factura que ampara la propiedad, se la tienen que vender o llevar, el caso es lo mismo, a cualquiera de los 18 estados ávidos de tener un equipo de primera: Yucatán, Culiacán, Nayarit, Guanajuato, son sólo algunas de las entidades que abrirían los brazos por tenerla. Los gobiernos estatales, sólo por poner un ejemplo, estarían dispuestos a aportar o ayudar la llegada de un equipo de futbol de primera división. El gobierno actual del estado en diferentes ocasiones se ha manifestado que no aportará ayuda alguna al deporte profesional, decisión que no voy a criticar, simplemente mi opinión es que sí es muy importante tener un representante que lleva el nombre del estado y que de alguna forma le dé presencia al mismo.

Hoy los tiempos cambiaron de tajo y de esa forma se están llevando las cosas en Puebla.

No existe en todo el estado un capital que pueda hacerle frente a mantener un equipo de futbol en primera división sin ayuda gubernamental. Ejemplo de esto son la familia Bernat o la familia López Chargoy. Fueron dueños de la franquicia, lo trataron de hacer de la mejor forma, pero el soporte económico que se necesita para mantener un equipo los hizo desistir en el hecho de ser propietarios. Después de esas dos familias no hay otra que pudiera hacerle frente. Las multinacionales que están en el estado, su actividad no es el futbol, pueden apoyar, pero no administrar un equipo profesional y tienen toda la razón. Aparte de este punto, no son empresas que nacieron en Puebla, entonces la compra lo hace imposible.

Mi propuesta, por muy fuerte que se lea, es que la propiedad, el lugar en la primera división, se lo lleven, desaparezca.

Pero ojo, sólo se llevarían el papel, el permiso de jugar, lo cuantitativo. El activo más importante que es la afición y el nombre (no se va a llamar Puebla un equipo que juegue en cualquiera de los estados antes mencionados), se quedaría aquí, a donde pertenece. El nombre de Puebla no le pertenece a nadie, sólo tiene valor en Puebla y la afición, no la forma ninguna administración, esta nació y se ha cultivado en el transcurso de 75 años. Es de Puebla y es para los poblanos.

Parecería que al irse el equipo, la factura, no tendríamos nada, pero todo lo contrario, tendríamos todo para hacerlo bien desde el principio.

Estoy seguro que Joaquín Díaz, Ángel Fernández, Miguel Seco, Miguel Robles y 31 más que compraron en 1955 el predio de 22 mil metros llamado Huexotitla, tenían en mente lo que su servidor tiene, pero por situaciones cambiantes, en todo este tiempo no se han podido desarrollar.

Entonces vendría, junto a la afición, la compra de terreno para edificar la instalación del equipo Puebla. El caso de la maquinaria comprada en Atlanta viene a colación con esto; se tiene la máquina, se tiene la fuerza, pero no se tiene la base o el lugar para hacerla producir. Puebla es el único equipo de primera división del mundo que no tiene una sede, un lugar propio. El estadio Cuauhtémoc es de la ciudad, lo maneja el gobierno, se da en comodato a la administración del equipo, pero no pertenece al equipo, pertenece al pueblo. El terreno que este gran grupo de señores compró fue para edificar el campo llamado El Mirador, como casa del equipo. Ahora que se tiene que hacer y dadas las circunstancias de ya tener el estadio dos veces mundialista, es tener una base para hacer las raíces de un verdadero club de futbol. A precios actuales, en muchas partes de la periferia de la ciudad, puedes comprar y edificar con 30 millones, lo que va a ser tu punta de lanza.

Del equipo y la categoría donde tenga que empezar, no importa, puede ser en tercera, en segunda liga premier. Con la base y el esfuerzo continuo de socios, no sé cuántos, pueden ser tres de 10 millones, o 30 de a un millón, o 300 de cien mil, o tres mil de 10 mil, puedes hacerlo y constituir un equipo de socios, de verdaderos aficionados, haciendo las cosas como los poblamos somos y pensamos y dejar de ser el elenco de un programa de televisión llamado Viernes botanero que sale en pantalla dos veces al mes.

Dejar de ser cola de león, ni cabeza de ratón, vamos a ser el Puebla FC con nuestros usos y con nuestras costumbres. Dejaremos de ser utilizados por personas, que por muy buenas intenciones que tengan, nada tienen que ver como lo que somos. Ya estuvo bien que mucha gente de afuera, ojo, bienvenidos todos, saquen provecho de nuestro estado, y los que nacimos, crecimos y amamos nuestro estado no hagamos nada.

Ejemplos recientes a lo que escribo, no es nada nuevo, Pachuca no existía y gracias al señor Martínez hoy la ciudad es reconocida mundialmente. El León, con gran historia, pero con una cantidad de problemas. Llegó la misma familia Martínez y el equipo año con año tiene cosas más importantes, son prósperos.

El Santos, de ser un equipo sin nada, hoy tiene el territorio Santos. Empresarios, que si no son nacidos en esos lugares, sí tomaron el cariño del lugar, se deben al lugar y su principal función es hacer futbol, aprovechando las bondades del estado en cuestión y de la afición que ya existía.

Hoy lo mejor es que el Puebla, como elenco de la televisora, desaparezca, muera, para dar lugar, dar vida a un nuevo Puebla, que tendrá momentos malos, pero que los triunfos serán nuestros y seremos libres de llevar nuestro destino y nuestra pasión a donde este estado se lo merece. Somos una plaza futbolera por excelencia, el cuarto o quinto estado en importancia en el país con una población de casi seis millones, y nuestra pena es no poder juntarnos para ejercer nuestra pasión.

Morir, para poder vivir.