Diario de Viaje
Por: Pablo Íñigo Argüelles / @piaa11

El asunto es el siguiente: una universidad poblana de inspiración católica organiza un foro pro vida en el que, por estupidez y un gran tanto de ignorancia, se termina sugiriendo normalizar la violencia contra las mujeres. Nuevamente, los que dicen defender la vida con cartulinas chillantes, terminan involuntariamente defendiendo completamente lo contrario. O al menos eso quiero pensar.

            Los carteles que adornaban la mesa de registro de dicho foro fueron infames, no por nada se hicieron virales de inmediato, pues leían mensajes verdaderamente irresponsables, inhumanos y estúpidos, que no demuestran más que la imbecilidad de alguien (la universidad, el organizador, el que redactó esas cosas, yo qué sé) que habla desde una burbuja lamentable y opacada por prejuicios. Se necesita entender que el mundo ya ha recorrido bastante. Hay vida más allá de la 21 sur.

            El asunto también es el siguiente: la universidad reacciona un día tarde y sale, vía un comunicado, a explicarnos el cuento, ya cuando las malinterpretaciones y falsa información se habían regado como pólvora. En su comunicado nos explica que  “como suele ocurrir en casos como éste, es siempre recomendable verificar la autenticidad de ciertas publicaciones transmitidas a través de internet”. Un día tarde. Cuando ya no importaba si era cierto o no. Cuando la Universidad ya había quedado terriblemente mal. Cuando el mal ya estaba hecho.

            El otro asunto, uno tan triste que ya hasta da gracia, es el siguiente: Un columnista, otrora académico de esa misma universidad, escribe un artículo en el que —no se nota claramente— ¿intenta excusar a la universidad?, ¿habla por quienes organizaron dicho foro?, ¿por un gesto de buena gente nos intenta explicar lo que la universidad en la que un día trabajó quiso decir?

            No lo sé, como dije, no está claro. Lo que sí queda clarísimo es que, quienes conocimos a ese columnista/periodista/director/funcionario mientras estudiamos en esa universidad, sabemos, mejor que nadie, que eso de “amar a nuestros hermanos” y condenar las formas “misóginas”, las escribe directamente desde la hipocresía. Ese chiste se cuenta solo, y repito: Es gracioso de tan triste.

            Todo mal, todo al revés, siempre hablando de esa universidad por las causas equivocadas. Se corre el gran riesgo de que se vuelva simplemente, esa institución, en una referencia meramente geográfica, una cuya lentitud , confusión y cerrazón, le pasará a cobrar una cara factura a sus alumnos, que son lo que verdaderamente importa, aunque también, son en quienes menos se han ocupado.

¿O sí?, ¿alguna vez han pensado en sus alumnos?

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PS

Me voy a Kenia a olvidarme de todo