Criticada por la oposición, por los empresarios, por la prensa y hasta por regidores de Morena, la colocación de bolardos en distintos puntos de la capital, una de las acciones del Ayuntamiento de Puebla más controversiales, halló respaldo en la sociedad civil.

Los activistas lo nombraron la “Bolardomanía” como una manera de contrarrestar la bolardofobia que ha acaparado la opinión pública en las últimas semanas.

La “Bolardomanía” consistió en la intervención de tres intersecciones del Centro Histórico en las que se instalaron bolardos. Dos docenas de activistas convirtieron aquellos cruces peatonales en un alegórico centro de manualidades para repensar la defensa del peatón. 

Colgaron tejidos y recortes sobre cada una de estas estructuras, y realizaron lecturas públicas de 15 minutos en tres intersecciones.  

Claudia Orea, presidenta del Consejo de Participación Ciudadana de Movilidad, consideró que si el Ayuntamiento erró de forma técnica en la colocación de algunos bolardos, éstos no deben ser removidos, sino corregidos. 

“Puede que algunos bolardos estén mal colocados pero lo que queremos es que nos e quiten las intervenciones. SI existe un sustento técnico de que están mal, que se corrijan. No se está ganando un bolardo, sino un espacio en el que las personas pueden cruzar de forma segura. Eso requerimos no sólo en las 15 intersecciones que se realizaron, sino en los principales cruces de la ciudad”, explicó.

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