Nada fácil va a ser la lucha que ha emprendido la administración estatal para lograr la modernización del transporte público en Puebla.

Guillermo Jiménez Morales, en los ya lejanísimos años 80, operó un sistema de transporte público del estado, los famosos vehículos morados, los cuales funcionaron hasta la gestión de Mariano Piña Olaya, dejando pérdidas millonarias a la administración estatal, que tuvo que retirar sus unidades cuando éstas se transformaron en chatarra.

Manuel Bartlett Díaz encabezó los primeros esfuerzos por modernizar el transporte público en Puebla, sin éxito, hasta ahora llegar a Miguel Barbosa, quien prometió implementar un verdadero servicio de calidad en Puebla.

Bartlett ordenó los primeros estudios en materia de movilidad urbana al despacho de Patricio Cal y Mayor, quien cobró millonadas para llegar a la sesuda conclusión de que se necesitaba implementar un corredor vial con transporte articulado en la 11 Norte-Sur, el más importante de Puebla.

Pero el proyecto nunca se pudo concretar al 100% debido a la crisis de 1995, además de la enorme resistencia que significó enfrentar a las mafias del transporte poblanas, donde hay fuertes intereses políticos de por medio.

Melquiades Morales optó por crear el Instituto de Capacitación para el Transporte, el cual también fracasó; la historia fue la misma de siempre: miles de millones de pesos invertidos y tirados a la basura bajo el supuesto de que ahora sí se iba a contar con choferes capacitados y unidades en buen estado, incluso en esa misma administración el Congreso local modificó la ley para tipificar como delito grave las muertes provocadas por el transporte público, con lo cual se eliminó que los conductores pudieran salir bajo fianza, pero ni así hubo resultados.

Mario Marín ignoró el tema y dejó en manos de su compadre Valentín Meneses Rojas, entre otros, el manejo del asunto, lo cual culminó con el negocio del año por parte del entonces subsecretario, Lázaro Jiménez Aquino, de origen chiapaneco, quien inundó los municipios de los famosos mototaxis, cosa que le dejó ganancias millonarias. Está de más decir que también en esa época se entregaron cientos de miles de concesiones sin ton ni son y se inundó la ciudad de taxis pirata y también la brillante idea del fracaso de los exclusivos para mujeres, los famosos pink taxis.

Moreno Valle implementó a sangre y fuego el Sistema de Transporte Articulado, la RUTA, cuya intención era buena, pero mal diseñado y pésimamente operado. El resto del transporte público en Puebla operó bajo las mismas condiciones de siempre.

Tony Gali dejó todo en manos del subsecretario Alberto Vivas y el tema se volvió también negocio puro con la proliferación de unidades de transporte público pirata que operaban bajo el pago de una cuota.

El interinato no modificó en nada la situación, salvo que el gobernador Pacheco se mantuvo firme y no concedió el aumento a la tarifa del transporte público en Puebla.

Ahora, el gobernador Miguel Barbosa tiene todo un reto por delante, ya que está su palabra de por medio, otorgó el incremento a la tarifa del transporte público para que pasara de 6.50 pesos a 8.50 pesos con la promesa de que los concesionarios harían una mejora sustancial en sus unidades.

El reloj hace tic, tac, tic, tac y opera en contra del secretario Guillermo Aréchiga, quien aseguró que comenzará el retiro de concesiones para aquellos que no se hayan modernizado a más tardar el próximo 13 de febrero, ¿le creeremos?

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