Por: Agencia Notimex
Foto: Especial
Muchas ciudades tienen como objetivo alcanzar la neutralidad en carbono, denominada también como cero emisiones de gases de efecto invernadero netas en el año 2030, ya que aunque representan menos del 3 por ciento de la superficie de la Tierra, concentran más de la mitad de la población mundial.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) afirma que “si bien son un motor del crecimiento económico, también lo son de la contaminación, al consumir más de dos tercios de la energía y emitir más del 70 por ciento de los gases de efecto invernadero (GEI) a nivel global”.
Con estos datos, resulta evidente que los núcleos urbanos más poblados de la Tierra son responsables en gran parte de la crisis climática, pero también en ellos se encuentra la solución para frenarla.
Cada vez es más urgente que las ciudades busquen el objetivo fundamental de alcanzar la neutralidad en carbono o, lo que es lo mismo, cero emisiones netas de gases de efecto invernadero, y convertirse en líderes locales en la mitigación y la adaptación al cambio climático.
Muchos gobiernos se han dado cuenta que para cumplir con sus planes nacionales en la lucha por el clima necesitan el compromiso de las instituciones locales en la eliminación gradual del uso de combustibles fósiles.
¿Cómo contaminar menos en la ciudad?
Algunas medidas con las que las ciudades podrían alcanzar la neutralidad en carbono implican desarrollar políticas económicas y medidas de fiscalidad ambiental que premien las actividades no contaminantes y penalicen con severidad las que no respeten el medioambiente, tanto en la producción como en el consumo.
Entre las medidas fiscales, destacan los impuestos a las emisiones que repercutan en la reducción de los mismos en otros sectores; mecanismos de compensación; un gravamen al precio del carbono o la ayuda para el financiamiento de proyectos que favorezcan la lucha contra el cambio climático.
En Canadá se ha puesto en marcha un impuesto al consumo de combustibles fósiles como el gas, el gasóleo y el carbón, mismo que premia a los ciudadanos que menos los emplean, con devoluciones en sus declaraciones a Hacienda.
Otra forma de acercarse a la neutralidad en carbono en las ciudades es vigilar los métodos de construcción, donde elegir las opciones menos contaminantes, tanto en las tecnologías como en los materiales, puede reducir las emisiones de carbono entre 20 por ciento y 55 por ciento.
Además, las ciudades pueden endurecer la legislación de los estándares de construcción de nueva vivienda, al promover edificios que cumplan con exigentes certificados medioambientales en la gestión de sus instalaciones y de los servicios energéticos: sistemas de calentamiento de agua a base de energía solar, aire acondicionado más eficiente, calefacción por agua, termostatos inteligentes, sensores de presencia en la iluminación, entre otros.
En el tema económico, los gobiernos locales pueden facilitar herramientas de financiamiento que permitan construir edificios más sostenibles y renovar los inmuebles antiguos para que alcancen la eficiencia energética.
Asimismo, mejorar los materiales de aislamientos de paredes, ventanas o techos reduce el gasto energético hasta en un 40 por ciento. Nueva York, por ejemplo, ya exige a los propietarios de grandes edificios practicar auditorías energéticas periódicas y renovar los equipos cuando no cumplan los estándares marcados.
Sin embargo, la ONU considera que la lucha contra el calentamiento global depende fundamentalmente de la generalización de las energías renovables, por lo cual urge que las ciudades favorezcan su uso con herramientas fiscales y legislativas, para pagar a los generadores de energías limpias un precio fijo por su producción, promover créditos fiscales en forma de kWh generados y crear instrumentos financieros verdes que favorezcan su despliegue, tanto a nivel privado como empresarial.
Las ciudades necesitan también planificar la movilidad, cada vez más comprometida con la reducción de la contaminación. Se necesita reducir el tráfico en el centro, impulsar que el transporte público y sostenible llegue a las áreas empresariales que concentran más trabajadores y facilitar su circulación con carriles rápidos especiales o estaciones de metro renovadas.
Además, apoyar la electrificación de los vehículos, la movilidad compartida y la conectividad G5 que permite la comunicación entre vehículos, puede ser clave para conseguir la neutralidad en carbono de las ciudades.
Las metrópolis pueden mejorar el manejo de sus residuos, teniendo la reducción de emisiones como objetivo primordial, con base en la economía circular y sus tres principios: reducir, reusar y reciclar.
Las plantas de transformación de residuos en energía reducen el almacenamiento en los vertederos al convertir la basura en energía renovable. Además, impulsar las técnicas de compostaje o de tratamiento anaeróbico ayudan a la desaparición de los desechos, sin generar un impacto medioambiental insostenible.
Las ciudades tienen el potencial de lograr entre el 90 por ciento y el 100 por ciento de la reducción de emisiones contaminantes necesaria para 2030 y de implementar gran parte de las infraestructuras que hacen falta para conseguir la neutralidad en carbono para 2050, con la colaboración de los organismos públicos, la inversión privada y la voluntad ciudadana.