Fotos: Alejandra Ortega
La otra cara. A fin de que los guardapeatones permanezcan, pero además sean vistos por los automovilistas, integrantes de la organización Ni una muerte vial más se dieron a la tarea de decorarlos.
Criticada por la oposición, por los empresarios, por la prensa y hasta por los regidores de Morena, la colocación de bolardos en distintos puntos de la capital, una de las acciones del Ayuntamiento de Puebla más controversiales, halló respaldo en la sociedad civil.
Los activistas lo nombraron la Bolardomanía como una manera de contrarrestar la fobia que ha acaparado la opinión pública en las últimas semanas.
La campaña consistió en la intervención de tres intersecciones del Centro Histórico donde se instalaron estas estructuras, además de un tendedero informativo en el Zócalo. Dos docenas de activistas convirtieron aquellos cruces peatonales en un alegórico centro de manualidades para repensar la defensa del peatón.
Colgaron tejidos, recortes o palabras sobre cada poste, lo que daba a cada uno cierta personalidad construida a base de todo ello. Por allí, un improvisado payaso al que colgaron peluca y ojos. Por allá, un gato negro al que pegaron una cola de papel.
Casi al mediodía de ayer, sobre la 4 Sur y la 5 Poniente, una joven anunciaba la tercera llamada para iniciar una lectura pública en medio de aquellas calles. Entonces Mayra, la chica que daría voz a la lectura, se pegó a los labios un megáfono y comenzó un relato de Ibargüengoitia que a veces, entre el trajín de los autos y la ciudad, batallaba para oírse.
Mientras Mayra leía con el megáfono pegado al rostro, otros tres chicos pintaban con tiza el suelo ciertos datos para reconsiderar el valor de los bolardos. Era, sobre todo, un amasijo de cifras del horror: en 2019, 49 peatones y ciclistas fallecieron en la ciudad de Puebla por atropellamiento, lo que convirtió a la capital como el municipio con más decesos de este tipo.
La fuente, también anotada con tiza, proviene de la organización Ni una muerte vial más, fundada a raíz de la pérdida de Emmanuel Vara Zenteno, activista y funcionario de la Secretaría de Movilidad del Ayuntamiento, que falleció atropellado por un autobús el 21 de noviembre de 2018.
Codo a codo con el resto de los jóvenes, los padres de Emmanuel también intervenían bolardos y repartían pequeñas calcomanías en las que se reiteraba la importancia de los guardapeatones y de toda infraestructura vial que proteja a los transeúntes.
En medio de todo ello, de ese trajín, una cosa era paradójica: frente al crucero que los activistas intervenían, una vendedora de tamales acaparaba el espacio extra que le otorgaban tres postes instalados sobre la calle.