El asesinato de la poblana Ingrid Escamilla a manos de su ex pareja, quien alcoholizado la mató frente a su hijo, un menor de 15 años que es autista, para luego desollarla, nos ha mostrado todos los rostros del horror del feminicidio.

El crimen duele de manera tan cruda, porque ella ya había denunciado siete meses antes al sujeto por violencia intrafamiliar.

Indigna porque los policías de la Ciudad de México que llegaron a la escena, sin sensibilidad humana, filtraron fotos de su cadáver violentado y luego, sin escrúpulos ni ética, algunos tabloides las publicaron.

Cala especialmente, porque evidencia que no hemos avanzado, como sociedad, en el combate a la salvaje misoginia.

Pega muy de cerca, porque asesino y víctima son de PueblaLterrible muerte de la joven de 25 años debe llevarnos a una profunda reflexión y a tomar acciones contundentes.

Sin consentir que un caso sea menos relevante que otro, el asesinato de Ingrid quien, ahora se sabe, adoraba viajar, la vida y estaba llena de sueños, nos pone en la mira la ineficiencia de las instituciones.

Si ella ya había denunciado a quien finalmente fue su asesino, su ex pareja Érik Francisco Robledo, de 46 años, ¿por qué no se le protegió?

Si ya fallecida, lo menos que podía hacerse era mantener el respeto a sus restos y a su memoria, ¿qué pasó por la mente enferma de los agentes policiacos que filtraron las fotos?

Por ello ya la Fiscalía General de Justicia de Ciudad de México (FGJCDMX) anunció que seis personas, entre policías y fiscales, están bajo investigación.

También se filtró del video del criminal, cubierto de sangre, relatando los hechos.

Es escalofriante.

Lo hizo ya en la patrulla, afuera del edificio de departamentos, en la alcaldía de Gustavo A. Madero, desde donde pretendía tirar sus restos al drenaje, según dijo.

Eso constituye una gravedad adicional que puede complicar su proceso, pues no se reparó en ningún procedimiento judicial.

El feminicidio está brutalmente imparable.

Algo nos pasa como sociedad.

Desde la formación en casa.

Hasta noviembre del año pasado, en Puebla, se registraron 55 casos.

La cifra más alta, desde que se comenzó el recuento específico, en 2015.

La indignación ha sido internacional.

La alerta debe ser ahora muy severa para todos.

Para todas las autoridades de todo el país.

En el caso de Puebla, las cifras oficiales muestran que la violencia familiar es el segundo delito de mayor incidencia.

De acuerdo con los datos del Secretariado Ejecutivo el Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), en 2019 se presentaron 9 mil 077 denuncias.

Sólo lo supera el robo en todas sus modalidades.

Sobre las agresiones detrás de las puertas de casa, en más de 70 por ciento de los casos está relacionado el consumo de drogas o alcohol.

O los dos.

En ese sentido, el feminicidio de Ingrid es aún más grave, porque es claramente paradigmático.

Y aún así no se pudo prevenir.

Por todo el país -Puebla inlcuido- se alistan manifestaciones por su feminicidio.

Este 14 de febrero, día emblemático para salir a expresarse, las concentraciones comenzarán a las 6:00 horas en Palacio Nacional.

Justo antes de la conferencia mañanera del Presidente Andrés Manuel López Obrador, quien hace unos días pidió que no se tocará el tema en una de esas sesiones.

Se “opacaba” la rifa del avión presidencial, si se abordaba el grave caso del creciente número de asesinatos de mujeres por todo el país, dijo.

Más indignación.

Ya este viernes recompuso el tabasqueño y condenó el caso de Ingrid.

Este viernes, se hará sentir la indignación y el dolor con la expresión, en las calles, como ha estado en las redes y en la voz popular, de #TodasPorIngrid.

Y debiéramos serlo todos.

En los medios.

En la escuela.

En la casa.

En la vida cotidiana.

Uno de esos rostros de horror, no hay que olvidarlo, nos puede estar mirando desde el espejo.

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