Foto: Cortesía Twitter
Consecuencias. Emilio, quien tiene 13 años con la enfermedad, ya que se la diagnosticaron a los 17 años de edad, refiere que siempre quiso ser “grande”.
Emilio es uno de los 262 varones que padece VIH en el estado de Puebla. Fue diagnosticado cuando tenía 17 años. Hoy, a sus casi 30 años, sigue dando batalla a la enfermedad.
Durante el desarrollo de su vida sexual, ha contagiado al menos a cuatro parejas, dos de ellas ya fallecieron; una dejó a dos menores en la orfandad.
Se describe como un joven que siempre quiso vivir rápido, sentirse mayor por andar con mujeres que le llevaban más de 10 años, a pesar de ser menor de edad.

Quería comerse el mundo y dominar el arte de amar. Su papá lo respaldaba y para hacerlo más “hombre” lo llevaba a los bares con las prostitutas. En uno de esos encuentros, se contagió.
Comenzó con tos y diarrea, bajó de peso y quedó más delgado de lo que ya era; pensó que era una infección estomacal, por lo que fue a ver al doctor.
Tras varios estudios, lo diagnosticaron con VIH. Le cayó como balde de agua fría y con la intención de escapar de su realidad se refugió en el alcohol.
“Empecé a tener problemas de tos y tos y luego diarrea, después me puse más flaco de lo que era y me llevaron a hacer estudios, resulté positivo y creemos que me infecté una vez que mi papá me llevó a un table. Me metí con una mujer de ahí y me contagió. Todo cambió y desde ahí comencé a tomar”, recordó.
Cuando se lo detectaron, vivía con la mamá de sus dos hijos, pero prefirió no compartirle el diagnóstico porque no quería que lo dejara ni lo juzgara.
Ella comenzó a ver cómo se deterioraba físicamente y que iba seguido al doctor, por lo que al final, Emilio tuvo que confesarle que tenía VIH. Posteriormente, su pareja decidió hacerse exámenes y el resultado también fue positivo.
Al final, lo dejó y alejó a sus hijos.
Sin embargo, un año después, murió. Los hijos de ambos quedaron al cuidado de los padres de la joven, quienes le prohibieron acercarse a ellos, pues temían que los pusieran en riesgo.

“LAS TRAÍA COMO REINAS”

Tener VIH para Emilio nunca fue un impedimento para conquistar mujeres. Sabía que ser alto, tener cabello chino, ojos café claro y estar delgado era su mayor atractivo.
Sabía que mientras no se supiera que estaba infectado y siguiera su tratamiento podía hacer su vida normal y tener a las mujeres a sus pies.
Así volvió a conquistar a una más, a quien le propuso que vivieran juntos. Su relación duró poco, pues también la contagió y falleció a los pocos meses.
Aunque le remuerde la conciencia porque dos de sus parejas sentimentales perdieron la vida luego de que las contagió, se consuela pensando que las hizo felices y que no tuvieron tanto desgaste físico por la enfermedad.
“Sí, se siente feo porque sabes que ayudaste para que vivieran menos, pero también ellas fueron bien felices, yo las traía como reinas y eso les gustaba, al menos puedo decir que fueron felices”, justificó.
A una tercera pareja la apoya económicamente para que pueda solventar sus gastos y atenderse médicamente.
“En total son cuatro, dos ya no viven y la otra me pide dinero siempre porque dice que por mi culpa está infectada. Yo le doy para que se mantenga”, reconoció.
Actualmente es comerciante y vive con otra mujer, quien también está contagiada.
“Conforme ha avanzado la enfermedad me va atacando más, dos veces he estado internado porque casi no la brinco, pero me he levantado, lo que ya no se me quita es la tos y tampoco puedo recuperar peso”, señaló.
Finalmente, aseguró que aún tiene la ilusión de vivir, pero el VIH lo ha debilitado, por lo que el alcohol es su mejor refugio.

Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *