Por: Laura Angélica Bárcenas Pozos
Y la violencia contra las mujeres continúa en México sin que se perciba que haya un cambio en las conductas de los agresores. En los últimos días hemos sido testigos de la muerte violenta de dos mujeres, una a manos de su pareja sentimental, Ingrid Escamilla, quien además era mucho mayor que ella y que para ocultar su homicidio, después de matarla, desolló su cuerpo. Este hombre ya tenía dos acusaciones por violencia hacia otras mujeres, presuntamente, anteriores parejas sentimentales. Ya había antecedentes de la conducta violenta de Eric N y nadie hizo nada. Hoy Ingrid está muerta.
Y no nos habíamos repuesto de esta impresión cuando nos enteramos de otro caso, realmente espeluznante, el de la pequeña Fátima, de tan sólo siete años de edad que, según diversos medios, ya se sabía de ella, pues su madre presenta cierta deficiencia mental y la niña había sufrido cierto maltrato por negligencia materna. Pero su historia terminó terriblemente cuando la madre no llegó a tiempo a recogerla en la escuela y Giovanna N –que pasaba por ahí y que conocía de antes– pensó en llevársela a su marido Mario N, quien había amenazado a Giovanna N con violar a sus hijos si no le conseguía pronto, una mujer joven que le durara para siempre.
Giovanna, pensó que Fátima podría cumplir los sueños de su esposo y así salvar a sus hijos. Y aquí ya no puedo seguir contando esta historia que, además, todos conocemos, porque ha sido difundida en todos los medios nacionales y también en muchos extranjeros, porque la nota mediática es de alcances inconcebibles. ¡¿Llevarle una niña de siete años a un hombre de casi cuarenta para que satisfaga sus deseos sexuales?! ¡¿Qué tiene en la cabeza Giovanna N para hacer eso!? ¡¿Qué tiene en la cabeza Mario N para solicitar esto!?
La descomposición moral de nuestra sociedad ha llegado a un límite inconcebible, pues, además, semanas antes, como todos lo sabemos, las estudiantes de las prepas de la UNAM se habían manifestado porque son acosadas por sus propios compañeros y por sus propios profesores y sabemos de múltiples casos que no se denuncian o no se indagan porque es la palabra de ellas contra la de ellos, pero no hay pruebas y cuando hay pruebas, se dice que quién sabe qué tan buena o fidedigna es la prueba que está en una cuenta de Facebook, por ejemplo, que tal vez creó la alumna, para perjudicar al ¡¡¡Pobre profesor!!!
No doy crédito, se está criminalizando a las estudiantes, a las mujeres, que quieren parar el acoso excesivo que sufren y que muchas veces termina en casos como el de Ingrid o el de Fátima y nadie hace nada. Y como nadie hace nada esto está totalmente, fuera de control. Y no todos los hombres abusan de ellas, hay muchos que las dignifican, las cuidan y se dejan cuidar por ellas. Pero hay muchos que se dejan dominar por su instinto animal y las toman, las usan, abusan de ellas, abusan de su fuerza y si ellas corren con suerte, sólo las ultrajan, o las violan, o las golpean, pero salen vivas, humilladas, ultrajadas, abusadas, pero vivas.
Y si no corren con suerte, quedarán ahí ¡muertas!
Por eso se está haciendo este movimiento de “el nueve ninguna se mueve” y muchos, ellas y ellos, se están uniendo y espero que ellas y ellos sean auténticos al quererse unir a este movimiento y que al interior de los hogares no haya hombres que esperen a que ellas se muevan para ser atendidos, aunque ellas no salgan, que ellos no le hablen a una secretaria para que vaya a su trabajo a escribir las cartas que ellos creen que no deben escribir, o pidan que lleguen las enfermeras a los hospitales a limpiar la mierda de los enfermos, o en las escuelas, estén las profesoras que enseñan a niños y adolescentes, o en las universidades estén las alumnas, docentes y administrativas, que constantemente están siendo acosadas por esos hombres que consideran que para ser “machos” requieren acosar a una mujer, usarla y desecharla.
Mujeres, por favor, no se detengan, sigan en esta lucha y este 9 de marzo no se muevan, no salgan, no gasten, no hagan algo para satisfacer a un hombre. Pero si deciden hacerlo, porque el hombre, es un bebé o un niño pequeño, o está enfermo y no hay nadie más para atenderlo, o está inválido y requiere de ustedes, y ustedes quieren, lean bien, quieren hacerlo, ¡Háganlo!, pero si no quieren, no lo hagan y busquen quién las remplace, porque nosotras no somos animales que satisfacen sus deseos sin ton ni son. Nosotras somos seres racionales y sensibles que siempre tenemos en la mente al otro que es, también, un ser vivo.