Foto: Archivo Cuartoscuro
A pesar de que las mujeres han tenido un rol fundamental en la conservación y defensa del planeta, no escapan a desigualdades que caracterizan a las sociedades actuales, por lo que los contextos de pobreza, exclusión e inequidad se entrecruzan con los impactos de la devastación ambiental y la crisis climática, ahondando su vulnerabilidad.
Liliana Ávila, abogada sénior del Programa de Derechos Humanos y Ambiente de la Asociación Interamericana para la Defensa Ambiental (AIDA), ejemplifica que “en desastres, las mujeres pueden sufrir los mayores daños y las tasas de mortalidad son notablemente superiores en comparación con los hombres”.
Lo anterior, expone, “porque en razón de los roles que desempeñan en sus comunidades, pueden desarrollar menos capacidades para responder a emergencias, ya sea porque no aprendieron a nadar o a trepar árboles, porque están al pendiente de sus hijos menores o de las personas mayores en la familia, o porque deben usar ropa que dificulta su movilidad”.
Además, por razones históricas y culturales, enfrentan barreras más fuertes para acceder a la información y participación sobre situaciones que afectan su derecho a un ambiente sano, y tienen mayores dificultades para llegar a la justicia o a los mecanismos de reparación de daños.
Afirma, asimismo, que las mujeres que desarrollan roles en el ámbito público, al participar de asuntos políticos, enfrentan a menudo nuevas cargas de trabajo que, por lo general, un hombre en la misma situación no asumiría. Al mismo tiempo, enfrentan riesgos y obstáculos más intensos para desarrollar su liderazgo.
Con información de Agencia Notimex.