Foto: Norma Angélica Herrera
El amor que Mizael Sánchez Andrade siente por los animales lo conjuga con la pasión que tiene para atender las emergencias dentro del Grupo de Rescate Urbano de la Secretaría de Protección Civil y Gestión de Riesgos del Ayuntamiento de Puebla.
El rescatista poblano aseguró que cuando recibe el llamado del 911 no hace distinción si el servicio es para un animal o para una persona, pues para él rescatar una vida es lo más importante en su labor de emergencia.
Con la intención de brindar la mejor atención prehospitalaria, Mizael ha aprendido a leer el lenguaje animal y trata de ganar la confianza de los perros en peligro.
“Muchas veces el animalito por todo lo que ha sufrido piensa que lo vamos a atacar; primer paso para un rescate animal es ganarnos su confianza, siempre tratamos de estar cinco minutos antes, hay que leer un poquito el lenguaje animal, ya que si estamos de pie, ellos pueden sentirse agredidos por eso tenemos que estar en cuclillas por eso aprovechamos para llamarlos; también llevamos algo de alimento en nuestros bolsillos y se los proporcionamos hasta que veamos que no somos un riesgo para ellos”, detalló.
Cuando rescata perros abandonados en barrancas, les coloca un arnés para subirlos con un sistema de cuerdas, a la par de que le hacen un bozal con vendas para evitar que muerda.
“Una vez que nos ganamos su confianza procedemos a tocarlo y posteriormente con unas cintas, que soportan bastante peso, empezamos hacer un arnés, del pecho a las patas, evitando lastimarlo en las zonas sensibles. Por seguridad le hacemos un vendaje en la cara porque cuando venimos subiendo, nos puede morder porque se siente un poquito libre y se puede asustar con la altura o por bastantes factores que influyen”, explicó.
Mizael lamentó que el maltrato animal sea tan común en la ciudad, como rescatista atienden al menos un servicio cada guardia, principalmente en la zona periférica como en el Centro Histórico de Puebla.
Los animales, dijo, los dejan abandonados en las azoteas, por lo que sufren deshidratación o insolación. Además de que hay gente que los mete en costales y los tira en barrancas de 25 a 30 metros que son de difícil acceso.
“Lastimosamente es bastante común, la sociedad lo ve bastante común y ojalá se quitara esa parte. Los rescates en barranca es de lo más común, no hay veredas ni forma de bajar, por eso con cuerdas y fierros podemos llegar a esas zonas y por eso los podemos ayudar. Los perritos son callejeros y se llegan a caer, pero hay otras veces que los avientan o los echan en costales y los tiran, cuando los vecinos ven, piden ayuda para que los rescatemos”, narró.