Mucho de lo que hoy pasa en Puebla fue advertido con bastante anticipación en este mismo espacio y no quiero recurrir a la tan trillada frase: “Pero se los dije”.
Era fácil advertir que la mezcla de inexperiencia, más ineptitud, iba a formar una sustancia explosiva que le ha pasado el costo al estado y por supuesto se ve reflejado en el tema de la inseguridad que se desbordó con la llega de Morena al poder.
A nivel federal no existe una estrategia en materia de seguridad, como tampoco a nivel estatal y mucho menos a nivel municipal; las autoridades están rebasadas por la delincuencia.
El tsunami llamado Andrés Manuel López Obrador arrastró consigo a una serie de personajes, en algunos de los casos de dudosa trayectoria profesional, pero también a otros que tenían toda la buena voluntad del mundo, aunque cero experiencia, y menos preparación.
No es casualidad que hoy la zona conurbada sea el epicentro del embate de la delincuencia; aprovechan la inexperiencia y la poca reacción de los gobiernos municipales emanados de la 4T, quienes terminaron por abrir la Caja de Pandora de la inseguridad.
Los gobiernos municipales de la zona metropolitana, en su mayoría emanados del Movimiento Regeneración Nacional (Morena), se han visto rebasados ante la incapacidad y la indolencia de las propias autoridades.
Huejotzingo, hoy en el ojo del huracán; San Martín, San Andrés Cholula, Puebla y Amozoc se encuentran secuestradas por los delincuentes que han extendido sus tentáculos aprovechando la poca experiencia de las autoridades emanadas de Regeneración Nacional que en 2018 ganó el poder gracias al hoy presidente Andrés Manuel López Obrador.
Las consecuencias de todo esto han sido terribles para la entidad; los asaltos en el transporte público, los feminicidios, los asesinatos y la presencia de grupos armados a cualquier hora del día han sido la consecuencia de esta inexperiencia por parte de las administraciones municipales emanadas de Morena.
Si a todo este coctel se le suma la escasa experiencia de muchos de los integrantes del gabinete del gobernador Miguel Barbosa; la mezcla, reitero, no podría ser más peligrosa.
Lo que hoy ocurre en Puebla ya se veía venir y era más que previsible; sin embargo, la mayor parte de la población que votó a favor de Morena lo hizo bajo una esperanza de cambio, harta de la corrupción priista y panista que pusieron a la mayor parte de los electores al borde de la desesperanza.
Lamentablemente lo peor está por venir, y es que la economía, como lo señalé el jueves, se encuentra en su peor momento.
La industria de la construcción sufre ya los estragos de la falta de obra por parte del gobierno federal, que ha repartido sólo entre los suyos lo poco que se ha realizado.
El sector automotriz está totalmente paralizado, empresas como Volkswagen y Audi recuren a los paros técnicos con la esperanza de poder encontrar condiciones más favorables en los próximos meses, aunque el mercado internacional está contraído.
En términos generales, el panorama es muy poco alentador y las condiciones son el caldo de cultivo propicio para que la violencia y la inseguridad se reproduzcan de manera rápida, como si se tratase de una enfermedad.
2020, sin duda, será un año aún más complicado que 2019 en materia económica, por lo que hay que prepararse no sólo para mitigar los efectos de todo esto, sino también porque la inseguridad crecerá, lo mismo que la violencia.
Para Puebla se vienen tiempos difíciles, el movimiento universitario en contra de la inseguridad es alentador, pero, y después de eso ¿Qué sigue?
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