La esperada caída de la improvisada secretaria de Seguridad Pública municipal, María de Lourdes Rosales Martínez, se dio con más pena que gloria. Atrás de ella siempre estuvo Manuel Alonso García. Los índices delictivos en la capital marcan su nulo trabajo.
Rosales Martínez carece de conocimientos sobre estrategias de seguridad. En contraparte, aprendió, y rápido, los montos de cobro de cuotas a elementos en motocicleta, patrulla y a pie.
Los ingresos de los cuatro mil elementos superan aproximadamente los 200 mil pesos diarios. El motivo para aferrarse “con uñas y dientes” al puesto es por demás atractivo.
La inoperancia de Rosales Martínez no fue su responsabilidad absoluta. Carece de culpa porque ignora sobre conocimientos de operatividad en seguridad pública. La culpa es de quien le dio el nombramiento.
La ahora ex funcionaria municipal destacó como analista –auxiliar de oficina– en el Consejo Estatal de Seguridad Pública, donde conoció a Manuel Alonso, quien operaba el C4.
Pronto ganó la confianza de su padrino, Mario Plutarco Marín Torres –prófugo de la justicia–, quien la hizo directora de Participación Ciudadana y Prevención del Delito.
Su red de relaciones con funcionarios se amplió gracias a su universidad patito en Tlaxcala. A través de su casa de estudios otorgó títulos de profesionistas, maestrías y doctorados.
Los favores le abrieron puertas, sobre todo invulnerabilidad por actos de corrupción documentados, como la desaparición de 10 computadoras, lo cual fue comprobado por los investigadores del seguro.
Lo mismo ocurrió con un vehículo Nissan, tipo Tsuru, propiedad del CESP. Lo inexplicable es cómo pudo permanecer en la Secretaría de Seguridad Pública.
El problema de la seguridad pública en Puebla, y en el país, no tiene solución a corto y mediano plazo. Ni la salida de Rosales Martínez ni la llegada de Superchica serían la solución.
Y menos, sin un proyecto de estrategia de combate real al crimen.
Otra secretaria que tiene un pie fuera del Ayuntamiento capitalino es Alejandra Rubio Acle –con licencia– de Movilidad. En cambio, quien se fortaleció con la reunión Barbosa-Rivera fue el tesorero Armando Morales Aparicio.