Una locura es lo que ha vivido Irais Presno desde el 17 de marzo cuando tuvo que convertirse en maestra de sus cuatro hijos tras la suspensión de clases por la pandemia del Covid-19. Desde ese día tuvo que diseñar un plan educativo en el que ponderara la salud mental.

Irais reconoció que  para sus hijos era muy complicado estar de 9:00 horas hasta las 13:00 horas  con un dispositivo tecnológico atendiendo clases  virtuales, aislados en sus recámaras, pues perdían la concentración de las clases.

“Es súper complicado, es un momento difícil cuando no cuentas con tantos aparatos tecnológicos para los niños y si no estás acostumbrado a darle tanto tiempo al teléfono es complicado tenerlos sentados para atender un teléfono , es muy complicado. La organización a pesar de que es base primordial con cuatro hijos, con eso del coronavirus hemos improvisado”, reconoció.

Además  aceptó que ella no tenía la capacidad para apoyar a cuatro hijos a la vez, con diferentes enseñanzas y vinculados a programas educativos virtuales, que los estresaban y que no los capacitaban al 100 por ciento.

Por lo que tuvo que diseñar un plan de estudio que adaptó para su hijo de 5 años y para sus hijas de 4 años y 2 años 7 meses, mientras que a su adolescente de 13 años le da más libertad para tomar sus clases en línea.

Para el regreso a clases ya se compró un kit de maestra; un pizarrón, hojas de colores, crayolas y otras herramientas de estudio, con las cuales enseñará a sus hijos tomando como base la guía de estudios. Sin embargo, no los obligará a tomar clases en línea.

“Mateo ya es adolescente, tiene la libertad de tener su y atender sus clases en línea, pero tener sentado a un niño de 3 años o de 5 años viendo a una persona hablar por medio de una plataforma  como Zoom o Skype y aparte las maestras no cuentan con los sistemas necesarios y excelente tecnología donde los niños los tenga activos, era muy complicado”, relató.

También explicó que tiene que lidiar con la diferente personalidad de sus hijos, a quienes también les es complicado adaptarse a la nueva forma de clases.

“Las clases no funcionan para menores de 10 años, pierden la concentración y también hay que adaptarnos con la forma de ser de los niños. Tengo un niño introvertido y no le gusta salir en pantalla, cada vez que ve a sus compañeros se esconde de la pantalla”, relató.

En el proceso de adaptación, también reconoció que el homeschooling es complicado para muchas mamás porque no saben cómo usar las plataformas tecnológicas y no tienen el tiempo para dedicarlo 100 por ciento a las clases.

Las escuelas los hacen en una plataforma y hay papás y mamás que no sabemos moverle bien a la tecnología y también se debe lidiar con las emociones, se estresan de que no pueden salir o platicar y como solamente conviven en un circulo muy pequeño de personas que son sus hermanos”,  expresó.

Aunque reconoció que por más clases que los niños tomen o ella los enseñe, sabe que ellos podrían tener un retraso en su aprendizaje al no ir a la escuela. Sin embargo; afirmó que buscará una maestra particular que los ponga al corriente para que no tengan mucho déficit de aprendizaje.

Sí me preocupa, pero la verdad tampoco me ocupa, en las noches pienso que tienen que aprender pero al final todo es un proceso y por tres o cuatro meses de retraso, no creo que pase nada, si saben lo básico. Lo más importante para mí es que ellos sientan esa tranquilidad de aprender sí, pero que tengan una salud mental”, recalcó.

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