Alcanzar el manejo sustentable del agua en la cuenca del Río Atoyac en su recorrido por la zona metropolitana de Puebla-Tlaxcala, es objetivo de un equipo de expertos que se prepara para afrontar esta asignatura pendiente de 50 municipios colindantes en la zona.
El trabajo del equipo se centrará en las zonas de mayor contaminación del río y en las que exista una alta carga poblacional e industrial.
“Además del tratamiento eficiente del agua residual, mediante tecnologías de bajo costo y se minimicen los residuos generados en las plantas de tratamiento, se busca el reúso eficiente del agua en múltiples actividades” explicó Pabel Cervantes, líder del proyecto y catedrático de la Escuela de Ingeniería y Ciencias en el campus Puebla del Tecnológico de Monterrey.
De acuerdo con Pabel Cervantes, el Río Atoyac nace en la Sierra Nevada del Estado de Puebla y se extiende a lo largo de 200 kilómetros, en los que atraviesa el Estado de Tlaxcala para luego regresar a Puebla e internarse en su Zona Suroeste.
Posteriormente, recordó, el Atoyac desemboca en el Río Balsas, que tras un recorrido de más de 700 kilómetros deposita las aguas finalmente en el Océano Pacífico.
Históricamente “el alto Atoyac” ha recibido descargas provenientes de diversas fabricas y drenajes, además de otras provenientes de afluentes como los ríos San Francisco, Petlalcingo y Nexapa, sólo por mencionar algunos.
En su trayecto, las aguas del Atoyac son embalsadas en la Presa Manuel Ávila Camacho, conocida como “Presa Valsequillo”, para después llegar a los valles de Tepeaca y Hueyotlipan a través de canales para el riego de hortalizas en la zona.
“Existen elementos de relevancia que en conjunto dan importancia al rescate de la cuenca del Atoyac y por los que vale la pena el trabajo para evitar la contaminación del acuífero” confirmó el experto.
Proyecto abierto
El proyecto está abierto a la población en general, aunque principalmente se espera la integración de ingenieros ambientales, biólogos, geógrafos, químicos, hidrólogos, farmacobiólogos, bioquímicos o biotecnólogos.
De acuerdo con Pabel Cervantes, pueden participar personas con maestrías o especialidades en ciencias ambientales, del agua o químicas, así como de áreas de geografía, hidrología, hidráulica, entre otras.
Cervantes expuso que, entre las actividades contempladas se encuentran las de índole económica y doméstica, donde el uso de agua tratada pueda reemplazar el uso de agua potable. Limpieza, jardinería y construcción son sólo un ejemplo de ellas: “Al reducir el consumo de agua potable, se crea un superávit de la misma, asequible a los grupos más vulnerables de la sociedad”.
Indicó que al año de la puesta en marcha del proyecto el próximo mes de agosto, se logren los primeros resultados con la selección de las tecnologías más apropiadas para el tratamiento de aguas residuales.
“Los mayores resultados se esperan en áreas relacionadas con el tratamiento y reúso del agua residual y la identificación de zonas marginadas, donde el agua tiene un alto impacto en la salud pública y la economía”, acotó.
Al mediano plazo se espera que existan resultados en la restauración y mejoramiento del suelo agrícola donde se usa el agua del río y de los ecosistemas endémicos, incluidas flora y fauna, nativas y migratorias.
El equipo está en pláticas con Agua de Puebla para elaborar un convenio que aborde el uso eficiente de biosólidos y lodos generados en las plantas de tratamiento a utilizar, en un proyecto que se suma a decenas de planes que buscan el rescate del Río Atoyac.