Algo no anda bien en Puebla con relación a la peligrosidad del contagio. Los poblanos actúan sin la menor precaución. La población parece no temer a la enfermedad.
Ni las 104 muertes, 574 casos positivos de Covid-19, 202 personas hospitalizadas y 36 en terapia intensiva son suficientes para prender los focos rojos y extremar precauciones.
Tampoco comercios no necesarios acatan la disposición de cerrar sus puertas. Los negocios aledaños al primer cuadro de la ciudad levantan las cortinas en sus horarios establecidos.
Los poblanos congestionan las calles con automóviles, motos y bicicletas. La gente sale a las calles sin cubrebocas ni la higiene necesaria, en las manos principalmente.
Ningún temor por la enfermedad tienen los poblanos. Los exhortos de las autoridades les parecen invitaciones para hacer lo contrario.
Con esa actitud los contagios y decesos sin duda aumentarán de forma alarmante. Sobre todo, porque la peligrosidad de la Fase 3 asciende en el país.
Qué se necesita para crear conciencia entre la ciudadanía. La responsabilidad de que la peligrosa amenaza pase lo más pronto posible es de cada uno de los más de cinco millones de poblanos en el estado.
Otro dato que ignoran o prefieren no tomarlo en cuenta es que, de acuerdo con los especialistas de la salud, el 80% de los contagiados son asintomáticos –que no presentan los síntomas–.
Por ese motivo, existen personas infectadas sin que lo sepan. Y eso representa mayor peligro para quienes salen a las calles sin motivos, sobre todo sin protección.
Cómo se pretende que el país, Puebla incluido, salga lo más pronto posible de esta amenaza, si lo más elemental, que es la protección, no la adoptamos.
Por desgracia, no hay decreto ni ley que obligue a los poblanos a seguir las normas que exige el mal. Pero si debe existir el sentido de responsabilidad de cada uno.
REPORTE DEL INFORMANTE
Chatarras a la vista. Por alguna razón inexplicable las unidades obsoletas que vieron pasar sus mejores tiempos volvieron a la circulación.
Las “joyas sobre ruedas” transitan sin la autorización obligatoria. Pero sí con el cobro de los 8.50 pesos. Y con el subsidio correspondiente del gobierno del estado.
Los tripulantes de las unidades de Vialidad están más atentos a detener a automovilistas particulares que a los transportistas.
Los vehículos de transporte público son dueños de la ciudad. Ante la complacencia de las autoridades circulan con las puertas abiertas todo el trayecto, unidades sin seguridad pata el viajero, con llantas lisas y todo lo que se puede encontrar en chatarras.
Trazan sus propias rutas. Cuando ninguna tenía licencia para circular en calles como la 5 Poniente-Oriente, la 11 Norte-Sur y el bulevar 5 de Mayo, ahora lo hacen con toda la libertad, sin que nadie los detenga.
Si cree que todo esto pasa sin el conocimiento del secretario del Transporte, Guillermo Aréchiga Santamamaría, porque se encuentra en confinamiento, se equivoca anda activo. Y muy activo, pero en otras tareas y no precisamente relacionadas con los transportistas poblanos.
Quiere quedar bien con su mentora Elba Esther Gordillo. Es elbista de corazón y mente. No le quiere quedar mal y en ello trabaja.