La disputa, choque y enfrentamiento del sector empresarial con el Presidente de México en turno no es nuevo.
No será el primero.
Tampoco el último.
Pero el de hoy quizá marque un parteaguas en la vida económica, social y de salud en el país como a nivel mundial.
Veamos.
Corría noviembre de 1960 y los empresarios enviaron una carta al mandatario Adolfo López Mateos preocupados por la política de gasto público orientada a la adquisición de empresas privadas.
—Pero— el caso más claro de disputa y distanciamiento se dio durante el mandato de Luis Echeverría Álvarez.
La Iniciativa Privada —virtualmente— rompió lanzas en contra del gobierno echeverrista y ello dio como resultado una crisis económica y social que reventó en 1976 y rompió 22 años de estabilidad.
El tercer quiebre de empresarios contra gobierno se presentó en 1982 cuando el jefe del Ejecutivo federal, José López Portillo, desesperado por el fracaso de su estrategia económica y en la soledad del despacho presidencial de Los Pinos decidió… estatizar la banca privada.
Hoy, a 40 años de distancia se da el cuarto rompimiento —público y privado— y las cosas podrían ser peores en virtud de que la inversión pública llegó a los niveles más bajos de su historia reciente.
Una parálisis de la inversión privada generaría un sexenio perdido y muy probablemente un deterioro social de enormes proporciones.
“Si el presidente López Obrador encuentra en el sector privado a un actor a quien pueda responsabilizar por no lograr las metas de su administración, no sabemos qué tipo de decisiones pueda tomar”, escribió el periodista Enrique Quintana, director de El Financiero.
Agregó:
“No estamos aún en un punto de no retorno, pero sí de alto riesgo”.
Y lanzó:
“Quienes están alrededor del Presidente de la república, como parte de su equipo, y alcanzan a percibir los riesgos que implica una ruptura con la Iniciativa Privada… deben jugársela para impedirlo”.
“Del sector privado la búsqueda de la conciliación ha rayado en la exageración y una apariencia de sumisión”.
Para rematar:
“La pelota está en la cancha del Presidente”.
ECHEVERRÍA Y AMLO
Las cosmovisiones de gobernar de Luis Echeverría y López Obrador son muy similares, claro, en épocas muy distintas.
Fue con Echeverría con quien Andrés Manuel inició su vida política, su afiliación al PRI y sus primeros puestos en la función pública de la mano de Ignacio Ovalle —AMLO lo designó al frente de Segalmex, organismo que aglutina Diconsa, Liconsa y la extinta Conasupo—, el poderoso secretario particular y jefe de la Oficina de la Presidencia de Echeverría Álvarez, y quien se llevó a un joven López Obrador, recomendado por el gobernador de Tabasco, Leandro Rovirosa, a lo que ahora es el Instituto Nacional Indigenista.
Daniel Cosío Villegas en libro El estilo personal de gobernar, plasmó:
“Puesto que el Presidente de México tiene un poder inmenso, es inevitable que lo ejerza personal y no institucionalmente… Es decir, que el temperamento, el carácter, las simpatías y las diferencias, la educación y las experiencias personales influirán de un modo claro en toda su vida pública y, por tanto, en sus actos de gobierno”.
Don Daniel hablaba entonces de Echeverría, pero la definición aplica al mandatario Andrés Manuel López Obrador.
El periodista Jorge Fernández Menéndez, en su columna Razones, de Excélsior, anotó:
“El estilo personal de gobernar de López Obrador, por la forma en que confunde la lealtad con la amistad, por el desprecio a la capacidad técnica y la experiencia a cambio de esa lealtad mal entendida, daña la capacidad de gobernanza y gobernabilidad de la propia administración.
“El Presidente está solo porque él mismo así lo ha decidido”.
“Como Echeverría, el presidente López Obrador es astuto, pero también terco, difícil de mover de sus propias posiciones, también solitario. Y aunque la formación y experiencia política de Echeverría haya sido mucho mayor a la de Andrés Manuel a la hora de asumir la presidencia, este último puede presumir de haber recorrido un camino mucho más azaroso”.
Remata Jorge Fernández:
“En ese derrotero de muchos años de oposición se ha galvanizado también en López Obrador la idea de lo inexorable de su camino.
“Las mayorías las entiende como absolutas y por eso no se da ni un paso atrás ni nada se negocia. Un camino que será imposible seguir sin generar daños mayores a la sociedad y al aparato institucional y productivo del país”.
Mientras tanto, el Consejo Coordinador Empresarial pide “esperar a la revocación del mandato presidencial de 2022”.
El dirigente empresarial Carlos Salazar expuso: “No somos los primeros que estamos pidiendo que se vaya… pero democráticamente nos vamos a tener que esperar. Esto es una catarsis, sin duda, y si ese es el resultado que todos queremos, unámonos, nomás que tenemos que tener 30 millones de mexicanos detrás de nosotros”.
¿Se dará esa unión?
Al tiempo.