La infancia no siempre es felicidad y juego para todos los niños y Mariana lo sabe. Tiene 8 años y a su corta edad ha sufrido de maltrato, pues los golpes que le dieron su madre y su padrastro la llevaron al Hospital para el Niño Poblano con una lesión en sus extremidades inferiores.
Aunque su mamá siempre le gritó y le pegó desde que tenía cerca de dos años, la violencia se incrementó cuando se fueron a vivir a casa de su padrastro.
Él la amenazaba que si se portaba mal le pegaría con un bate de beisbol. Su madre, a pesar de que lo sabía, no intervenía para defender a su hija. En uno de los arranques de su padrastro le lesionó la cadera y estuvo internada.
Él argumentó que se había caído de las escaleras para evitar que la Fiscalía General del Estado (FGE) iniciara una denuncia en su contra. Sin embargo, la violencia aumentó y si quería comer la obligaba a licuar huevos con picante para que se los tomara.
Asimismo, la dejaban encerrada en el cuarto donde vivían mientras ellos salían a trabajar. Hasta que un día ella se subió a la ventana y comenzó a gritar que alguien la auxiliara; una vecina se percató y realizó una denuncia anónima al 911, por lo que elementos policiacos rescataron a la menor, quien estuvo por casi un año en la Casa de la Niñez Poblana.
La niña pidió que contactaran a una tía lejana, a quien tiempo después le entregaron la custodia luego de que ambas acudieron a diferentes terapias médicas y psicológicas como a la atención legal.
Al tratar de reincorporarse a una vida sin violencia, la menor tuvo que enfrentarse a los señalamientos de la gente que no entendía que su rebeldía y mal comportamiento eran detonados por la agresión sufrida.
Su tía señaló a 24 Horas Puebla que ha tenido que apoyarla con atención psicológica para que trate de asimilar que fue violentada y perdone a su mamá, quien tiene restricción para acercarse a ella.
Aseveró que ha sido una tarea complicada, pues todos los días le cambia el chip para que deje atrás su pasado y recobre la felicidad.