Vaya situación a la que nos estamos enfrentando.
Si bien la aparición de un nuevo virus en el mundo era prácticamente impredecible, el brote del SARS-CoV-2 puso a prueba a los gobiernos del mundo, especialmente a los del continente Americano.
La gran mayoría fracasó.
Y como fichas de dominó, los gobiernos del izquierda resultaron los menos efectivos para tomar decisiones acertadas.
En el caso de México, la pandemia ha puesto en evidencia el grado de mitomanía del Presidente López Obrador que ante la contingencia sanitaria ha errado una y otra vez su estrategia para enfrentar, primero la pandemia y después, la segunda crisis que será económica con alcances más devastadores que la sanitaria.
Dice que la pandemia está domada, la misma semana en que los casos positivos alcanzan su máximo histórico y rebasamos incluso los números de contagios en China, país donde surgió el nuevo virus.
Anuncia la reactivación de la economía a través de un modelo denominado “Nueva Normalidad”, pero ni los gobiernos de sus propio partido se atreven.
Esto ha provocado que los otros dos ordenes de gobierno -estados y municipios-, en su gran mayoría estén adoptando medidas diferentes.
Tal es el caso de Puebla y del gobernador Miguel Barbosa.
No es un rompimiento el del Gobierno de Puebla con la Federación.
Forjado años atrás como un político pragmático, Barbosa no conmeteria el error de pelearse con el jefe del Estado Mexicano, de quien depende su presupuesto y hasta su fiscalización.
Sin embargo, Miguel Barbosa ha mostrado su enojo ante el mal manejo de la crisis por parte del Subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López Gatell, quien ha ignorado las solicitudes puntuales de los mandatarios estatales.
Al Gobernador Barbosa se le pueden criticar sus desplantes, sus constantes reproches y arrogancia contra la prensa, de su falta de tacto con sus propios funcionarios, pero las decisiones adoptadas han sido, al menos hasta el momento, las más prudentes, como el no permitir la reactivación de las actividades en la industria automotriz en el corto plazo.
¿Qué esta llevando al Presidente López Obrador acelerar la reactivación económica?
Entre otras, las presiones de Estados Unidos, una de las principales potencias económicas interesadas para que los motores del sector automotriz se reactiven ya.
Así fue desde el inicio.
No podría el Presidente López Obrador ir en contra del discurso de su principal verdugo, el Presidente norteamericano Donald Trump.
El tono y ritmo de las declaraciones fue casi el mismo: minimizaron los efectos de la nueva enfermedad, aseguraron estar preparados para enfrentarla y se atrevieron a desafiar sus efectos, aunque esto puso en mayor riesgo a la población.
Y si se asegura que los medios nacionales somos neoliberales, fifis, en contra del nuevo gobierno, aliados de la derecha y tantos descalificativos, entonces basta con leer a la prensa internacional en Londres, Washington, Madrid, Milán, Paris y otras muchas redacciones del orbe para demostrar que nuestra visión no es necesariamente parcial.
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