La tensión a todos los niveles va en aumento.
Las necesidades de los ciudadanos también.
Poco trabajo y un semáforo en rojo que impide iniciar con la desescalada.
Estando a la mitad de la pandemia, superamos 21 mil fallecimientos por Covid-19 en todo el país, contra todas las estimaciones el pronóstico es que doblaremos la cifra.
Agobiante.
Delirante.
El drama es peor cuando reflexionamos en los ciudadanos de a pie, los que pagan impuestos, los que por salir a trabajar arriesgan la vida día con día.
No se puede hacer menos, ni más.
Imposible no salir a buscar la vida, algo que llevar a la mesa en casa y compartirlo con la familia.
Llevamos 143 días desde que las autoridades de Salud identificaron el primer contagio, y al día de hoy no hemos visto al presidente López Obrador usar cubrebocas.
Mucho hemos cuestionado su falta de empatía ante el dolor ajeno, feminicidios, marchas de mujeres, protestas, fallecidos por Covid-19 o atropellados por su propio convoy en giras presidenciales imprudentes, ¿Qué más? Lo que se acumule.
Con la sensibilidad a flor de piel, el viernes 19 de junio vimos circular en redes sociales una imagen de López Obrador frente a una cama, delante de un enfermo de Covid-19; un enfermo con los ojos cerrados y cubrebocas, la enfermera con su equipo de protección; al fondo, un cristal que dejaba ver al equipo que le acompañaba.
La primera reacción del respetable fue:
―¡Al fin se acordó de los enfermos de Covid-19!
Tres doritos después, el enfermo no estaba conectado a un respirador, no tenía suero en el brazo, el equipo del Presidente, con él, como es su costumbre, no estaba protegido. Un par de horas después, hacia la medianoche, aparece un tuit publicado en la cuenta oficial del ISSSTE que hizo mención a la imagen y destacó información sobre el simulacro en el que participó el mandatario.
“El #ISSSTEInforma que en la fotografía se muestra un simulacro para explicar al Pdte. @lopezobrador cómo se atenderá a un paciente con #COVID19 en el nuevo HG ‘Dr. Carlos Calero’, de Cuernavaca. Mor., y le brindarán la tecnología necesaria para comunicarse con sus familiares”.
En 143 días, estando a la mitad de la pandemia y sabiendo que el Presidente no ha visitado algún hospital Covid-19, ¿le agrega valor a su deteriorada imagen? ¿Una fotografía como esa era necesaria? La respuesta es no. Otra pifia más. Los más de 20 mil fallecidos no son una simulación.
Todo esto sucedía mientas se daban reacciones furibundas a una investigación periodística que evidenció corrupción y poca transparencia en el primer nivel de la 4T.
Una de las causas que llevó a la Presidencia a López Obrador fue el argumento de acabar con la corrupción que, dicho sea de paso, es un cáncer que por décadas han enfermado este país.
¿Y eso qué tiene que ver con la investigación periodística?
Que esta investigación tocó más que con el pétalo de una rosa a quien tiene la encomienda de terminar con la corrupción en este país. Sí, a Irma Eréndira Sandoval, secretaria de la Función Pública.
Como nunca, y muy bien coordinados, casi todos los secretarios federales empezaron a subir tuits de apoyo a la pareja del momento: la académica con licencia Irma Eréndira Sandoval y su flamante esposo John Ackerman, académico universitario. Y resulta que leímos de todo, textos cortos y largos que hasta risa causaban. Patéticos.
Las tendencias y los textos de apoyo seguían y siguieron por horas.
A la par, y aquí lo frustrante del tema, es que, como resultado de distintos operativos de seguridad, dos regiones del país vivieron sus horas más dramáticas en meses: Caborca, Sonora, y Celaya, Guanajuato.
¿Y la autoridad? (Que por cierto usa las redes sociales para socializar temas torales para la 4T).
Silencio abrumador.
Las tendencias en redes sociales siguieron defendiendo a la pareja del momento. Bueno, también a Chumel Torres, pero de eso les platicaré en la siguiente entrega.
Espero tus comentarios en @NoticiasVIcky y FB: VickyFuentes/Oficial.
¡Espléndida semana!