Por: Laura Angélica Bárcenas Pozos
Al fin las autoridades educativas están tomando decisiones sobre el curso escolar 2019-2020 y también sobre el inicio del ciclo 2020-2021. Así que todos los docentes debieron cerrar sus actividades educativas el 5 de junio, trabajar con la evaluación del 8 al 12 del mismo mes, cerrar oficialmente las acciones administrativas para este ciclo el 19 de junio y que deben regresar a laborar el día 20 de julio. Las siguientes semanas los profesores se dedicarán a recibir capacitación docente (espero que lo que aborden sea sobre temas de tecnopedagogía), llevar a cabo los Consejos Técnicos en los que se trabaje y además tomen decisiones sobre cómo se organizarán para la compensación de conocimientos entre niveles escolares y también sobre cómo trabajarán en caso de que haya necesidad de hacer otro confinamiento por un rebrote de Covid-19.
Otras fechas importantes son: del 3 al 7 de agosto los profesores, personal administrativo y de intendencia se dedicarán a sanitizar las instalaciones educativas, para que el 10 de agosto todo esté listo para recibir a los alumnos de todos los niveles de educación básica que realizarán una evaluación diagnóstica, la cual espero sirva a los docentes para tomar decisiones sobre cómo organizarán los contenidos del curso escolar 2020-2021 y definir qué se queda en el programa y qué dejan fuera, con el ánimo de no saturar a los estudiantes.
Dada la experiencia que hemos tenido, se debería reflexionar sobre qué es lo importante que los niños, adolescentes y jóvenes necesitan aprender para enfrentar la vida, continuar estudiando y responder a las necesidades de situaciones específicas, como lo hacen los profesionales. Pues la última vez que revisé un programa de estudios de quinto de primaria (hace más o menos cinco años) resultó que era tan denso, por la cantidad de temas a trabajar y los profesores estaban obligados a cumplirlo de cabo a rabo, que no puedo estar del todo segura de que los alumnos hayan aprendido los contenidos sustanciales.
Me parece que de todas estas medidas deben revisarse los contenidos curriculares. Desde mi experiencia y perspectiva hay ciertas cosas que deben aprender los alumnos para avanzar en su formación y en su vida. Una cosa es escribir, y por supuesto leer, pero que sean capaces de producir texto y tener posturas críticas frente a lo que leen. El otro contenido necesario e indispensable en la vida es la matemática. No basta con que los niños y adolescentes aprendan la mecánica para resolver operaciones aritméticas o algebraicas. Necesitan aprender a resolver problemas matemáticos donde aplican operaciones aritméticas y algebraicas.
Y aquí, estimado lector, estoy hablando de que los estudiantes trabajen con dos lenguajes, el de las letras y el de los números, esto es muy importante porque cuando se trabaja con el lenguaje verbal o numérico, se trabaja con el pensamiento, con la capacidad de pensar, de tomar decisiones, de atender situaciones complejas. Pero eso sucede cuando el trabajo con el lenguaje se va complejizando y se aprenden en profundidad. Si sólo se enseña la mecánica de cómo se arman oraciones o cómo se resuelven operaciones aritméticas, el pensamiento de nuestros niños y adolescentes quedará limitado en su desarrollo.
Entonces, considero que los profesores de educación básica, aunque también los de media superior, deberían revisar los temarios y decidir qué se aborda, qué es lo más importante, qué no pueden dejar de aprender sus alumnos para seguir avanzando. Por otro lado, las autoridades educativas deberían tomarse un respiro y definir qué, de todo lo que hay en el temario, es realmente necesario para desarrollar el pensamiento de los alumnos para que cuando lleguen al nivel de educación superior o cuando enfrenten la vida laboral tengan un nivel de pensamiento alto, en el nivel crítico y creativo que les permita discernir entre situaciones, así como tomar decisiones más asertivas y proponer alternativas de solución.
Es necesario reconocer que lo que trabajamos los profesores es la enseñanza para que los alumnos aprendan, pero en ese aprendizaje estamos trabajando con el pensamiento de esos alumnos a los que no estamos ayudando a profundizar en la evolución de dicho pensamiento. Así que hay muchos casos en que mucho no es mejor y debemos reconocer que los planes curriculares son un ejemplo de esto.