“El que siembra vientos recoge tempestades…”, le soltó Dante Delgado al presidente López Obrador.
Frase contundente y real que queda como “anillo al dedo” al gobernador Luis Miguel Barbosa Huerta, que en nueve meses de gestión ha sembrado un serial de persecuciones, amedrentamientos y amenazas cumplidas.
Y donde cada vez queda más que clara su misión y objetivo… apoderarse de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP).
Para lograr su anhelo no importa el costo político y social, mucho menos el universitario.
No le interesa desestabilizar un estado con seis millones de habitantes.
Ni la pandemia de Covid-19.
Ni la brutal violencia desatada por los cárteles del crimen organizado.
Tampoco voltea a ver la historia de la Puebla convulsa de los años 60 y 70, cuando la entidad se encontraba en constante agitación por los movimientos sociales, conflictos entre grupos comunistas y anticomunistas, y protestas de los estudiantes de la Universidad Autónoma de Puebla.
Demandas universitarias centradas en rechazar la influencia del gobierno del estado para entrometerse en la designación de rector.
Movimientos que llevaron al derrocamiento de dos gobernadores y tener seis en dos sexenios consecutivos.
Veamos.
El mandato de Fausto M. Ortega terminó en 1963 muy debilitado políticamente, lo que llevó al Presidente de México Adolfo López Mateos mandar como candidato a Puebla al general Antonio Nava Castillo para que –con mano dura– pacificara el estado.
Nava Castillo estableció una administración férrea al colocar a militares en la Secretaría de Gobernación: coronel Ciriaco Tista Montiel; en la Contraloría al coronel Luis Sánchez Domínguez; en Salud al médico militar José Álvarez Gutiérrez; como director de la Policía Estatal al general Gilberto Lepe Ruíz, y en Tránsito al mayor Pedro Saldívar.
Lo que desembocó en manifestaciones contra el “gobierno autoritario y déspota de Nava Castillo”.
Y la gota que derramó el vaso:
El 25 de agosto el Congreso del estado aprobó la ley que hacía obligatoria la pasteurización de la leche para su venta.
Legislación que afectaba a los pequeños productores y prohijaba a los intermediarios.
Amén de que la única planta pasteurizada tenía como principales accionistas al gobernador Nava Castillo, al senador Eduardo Cué Merlo, así como a los empresarios Rodolfo Budib y Gonzalo Bautista O’Farril.
Ello desató marchas y manifestaciones respaldadas por trabajadores y maestros de la UAP.
La ola de repudio llevó al gobierno federal a militarizar la ciudad de Puebla.
Y el 30 de octubre de 1964 el general Antonio Nava Castillo envió al Congreso su separación –renuncia– al cargo de gobernador.
Lo sustituyó Aarón Merino Fernández, quien estuvo al frente cuatro años para concluir el sexenio.
Casualmente, 15 días después de la dimisión de Nava Castillo, El mandatario nacional López Mateos realizó el 15 de noviembre una gira por Puebla y acudió a la UAP, donde lo recibió la comunidad universitaria.
Puebla se volvió a convulsionar con el arribo de otro militar al gobierno: el general Rafael Moreno Valle, quien tomó posesión el 1 de febrero de 1969 rodeándose de fuereños y militares.
Y ante la serie de asesinatos y matanzas en la Sierra Norte, como persecuciones y represiones, más la intervención y solidaridad de la UAP, llevaron a que en marzo de 1972 “dimitiera por motivos de salud”.
EL QUE SIEMBRA VIENTOS RECOGE TEMPESTADES
Esa es la historia –real y no falsa– que debe ver y analizar el titular del Ejecutivo local, Luis Miguel Barbosa, pues en su afán, anhelo, deseo y aferrarse en llevar una inusual persecución contra el rector Alfonso Esparza Ortiz, y su familia, está dejando una clara estela y huella de interés por apoderarse, y adueñarse, de la BUAP.
Manejo y control que no le compete al gobernador. Función que corresponde única y exclusivamente al Consejo Universitario.
Sin olvidar que:
Gobernador no pone, mucho menos impone, a rector.
Son los maestros, trabajadores y estudiantes quienes eligen libremente a su autoridad universitaria.
Respecto al amparo que solicitó Alfonso Esparza a la justicia federal, vale acotar que “no es un amparo buscador”. Es una denuncia a la violación de los derechos humanos más sensibles, bajo un contexto de persecución política.
“El que siembra vientos recoge tempestades…”, es lo que se aprecia y ve con la determinación de la Comisión Nacional de Honestidad y Justicia de Morena que acordó “abrir un proceso de oficio al gobernador Luis Miguel Barbosa Huerta, por emitir declaraciones que implican posibles faltas a los documentos básicos del partido”.
¡¡¡Zaz!!!
Se trata, ni más ni menos, de un proceso que abre Morena contra un mandatario que emana de Morena, y cuyo mandatario nacional, López Obrador, lo fundó en 2015, y que le sirvió de plataforma para ganar la Presidencia de México en 2018.
De ahí la trascendencia del apunte: “El que siembra vientos recoge tempestades”.
Y todo indica que inicia la cosecha de tempestades de Barbosa.
Y arranca con su propio partido político, Morena.
¿Qué sigue para Puebla y los poblanos?
Al tiempo.