Por: Laura Angélica Bárcenas Pozos
En días pasados escuché a Sylvia Schmelkes en una conferencia por Webinar que ahora, en medio de la pandemia, éste se ha vuelto un medio tan popular entre los académicos que no quieren perder la buena práctica de intercambiar ideas, construir conocimiento y seguir aprendiendo. En esta conferencia, la maestra Schmelkes abordó el tema de la calidad educativa en medio de esta crisis que vivimos por el confinamiento obligado que tenemos todos los habitantes del planeta ante el surgimiento de la Covid-19.
En esta conferencia, Schmelkes planteó tres escenarios para el desarrollo de las prácticas docentes en México en estas condiciones de confinamiento, señalando que el primer escenario es seguir con más de lo mismo, en donde los profesores replican prácticas docentes que les son recomendadas en diversos manuales que la Secretaría de Educación Pública (SEP) desarrolla para orientar en buena parte, pero también para controlar lo que los docentes realizan al interior de sus aulas, y ahora a través de los medios virtuales.
Esta forma de operar tan socorrida por la SEP le da buenos resultados por la formación inicial que han recibido los docentes a través de las escuelas Normales (que sin intención de echarles carrilla) hacen muy bien el papel de domesticar a los profesores para que repliquen manuales. Por supuesto, Schmelkes señalaba en la conferencia que este es el peor escenario y que espera que eso no suceda.
El segundo escenario en esta pandemia, según Schmelkes, es que los docentes se hagan autónomos y tomen decisiones sobre las acciones que llevan a cabo para lograr que sus alumnos aprendan, pues además de que tienen que hacerlo en la distancia, deben resolver las deficiencias y desigualdades entre sus alumnos y también en cuanto a las desigualdades contextuales por infraestructura institucional, pero también lo social que hay entre las diferentes comunidades educativas. Pues mientras unos alumnos cuentan con computadoras en casa, o con un celular bien equipado, además de que tienen una línea de Internet estable y segura, que en muchos casos pagan sus familias, hay otros estudiantes cuyos padres, o ellos mismos, cuentan apenas con un equipo de teléfono celular que tiene lo básico y los padres, o los mismos estudiantes, con mucha dificultad podrán recibir instrucciones para que sus hijos o ellos mismos desarrollen la tarea escolar. Y los profesores tendrán que confiar en que sus alumnos están trabajando y avanzando en su aprendizaje. Entonces, aunque los profesores cuenten con autonomía para la toma de decisiones pedagógicas, deberán enfrentar las desigualdades tecnológicas para desarrollar esta actividad.
Así que se espera que la mayoría de los profesores estén en el tercer escenario. En donde ellos y la escuela están en el centro de todas las decisiones educativas. Es decir, donde los docentes cuentan con el apoyo de sus directores, pero sobre todo de la SEP para desarrollar su actividad docente y dota de todo el material necesario a las escuelas y a las comunidades para que los alumnos y sus familias tengan buen acceso a Internet, pero también a equipos de cómputo o teléfonos que puedan descargar actividades de aprendizaje que después puedan ser recibidas por los profesores para su valoración en el avance del aprendizaje.
En este tercer escenario, el docente cuenta, además, con autonomía para decidir cuáles son las actividades que mejor puedan desarrollar sus alumnos para el logro de sus aprendizajes, de acuerdo con sus contextos y condiciones particulares y específicas. La maestra Schmelkes refirió en varias ocasiones que debemos trabajar con la idea de que las condiciones de la población son diversas y están muy lejos de ser comunes, por lo que cada docente en su ámbito particular y específico debe saber qué hacer para lograr que sus alumnos aprendan.
Por eso la SEP como el alto mando, pero directivos y supervisores también deben confiar en las decisiones pedagógicas que toman los docentes para lograr que sus alumnos se vuelvan los protagonistas de su aprendizaje. Por supuesto que para alcanzar esto, tiene que cambiar mucho la política educativa del país y deben empezar por ver al docente como un profesional, un profesional que está preparado, formado y con autonomía para tomar las mejores decisiones y llevar a cabo las mejores acciones, ya sea de manera presencial o en la virtualidad para que sus alumnos aprendan.