La apuesta de estos ensayos que versan sobre el Covid-19, sus signos, síntomas, e implicaciones sobre lo social y anímico, es que podamos vaciar de sentido (común) los conceptos y las palabras que nos auxilian cotidianamente para explicar el mundo y vayamos más allá, pensemos y reflexionemos, regresemos en el tiempo y revisemos si es posible la historia para explicar esto tan novedoso que por común nos puede asombrar.
Cuando me pregunto sobre quiénes serán los héroes de esta pandemia estoy renunciando, de entrada, a la inmediatez de la imagen comercial de este personaje para caminar por los problemas que desde la antigüedad hasta nuestros días plantea la naturaleza del héroe, es decir, qué hace que alguien llegue a ser héroe, qué elementos lo constituyen y qué elementos lo fundamentan.
El escritor Javier del Pardo nos habla de que la literatura francesa ha transitado por al menos cuatro momentos más o menos claros sobre la naturaleza del héroe, a saber: santidad, belicismo, sabiduría, y a lo largo del siglo XIX surge un nuevo rasgo singular: el de la marginalidad.
De Aristóteles a Fernando Savater el héroe comparte al menos rasgos característicos que se sustentan en la tragedia, es siempre acción, ejerce su libertad que le permite conquistar su propio ser, lleva a sus últimas consecuencias su deseo, es decir, la dimensión ética de su existir y necesita por norma abolir el espacio del padre. Por eso, para Aristóteles, Edipo Rey personifica a la perfección el papel del héroe.
La imagen común del héroe de nuestros días la dibuja muy bien Banksy, en el Hospital de Southampton. Un hombre-murciélago, que es un hombre común y a quien en la niñez un ladrón asesina a sus padres, por eso decide hacerse con entrenamiento y la riqueza que heredó un justiciero con antifaz en busca de venganza y de confrontación con sus propios temores; y un hombre-araña, que es el producto de una picadura de un insecto modificado genéticamente; él, tras el asesinato de su tío ─que pudo pero no quiso evitar─ también se vuelve un vengador en su adolescencia. Y por encima de ellos, que ahora descansan en una papelera, aparece una enfermera con cubrebocas, a la que su tradicional capa la hace volar, de la mano de un niño.
Es decir, los héroes de la literatura de nuestros días parece que cumplen con la dimensión trágica, ejercen su libertad ─por eso, más que justicieros, son vengadores─, cumplen la ética de su deseo cuando incluso se cuestionan si seguir o no en esa tarea, pero alguien se encargó de abolir la dimensión de el padre por ellos y, justamente por esto, ellos en lo que están es en la búsqueda de sus raíces para recuperarse no a ellos, sino a sus padres.
Ahora, también en la cotidianeidad podemos llamar héroes a casi todos. La frase “héroe por un día”, aun con su contrariedad, nos revela que es así. Basta con realizar una buena obra para convertirnos en héroes. Las dimensiones trágicas, de libertad, de ética y de marcar la diferencia con el padre han quedado abolidas.
Entonces, ¿puede una enfermera, como lo propone Banksy, ocupar el personaje heroico? ¿Son los médicos los héroes de esta pandemia? El escritor y neuropsiquiatra Jesús Ramírez Bermúdez, que trabaja en el Instituto de Neurología, narra en su artículo Escenas de un mundo hospitalario: “Hoy, el hospital trabaja con la mitad de sus trabajadores: los adultos mayores y quienes tenían condiciones de riesgo fueron enviados a casa. Otros trabajadores huyeron sin pudor, sin mayor pretexto que el miedo y la falta de compromiso hacia los principios altruistas de la medicina”. Estos trabajadores que huyeron ¿no precisamente por esta acción muestran que hay libertad en la elección del médico que le posibilitaría tener la condición de héroe? Es decir, la huida posibilita a quien se queda en el hospital ocupar ese lugar heroico; de lo contrario, si estuviera determinado y no hubiera elección, ¿cómo ser llamados héroes?
Quien se queda en casa ¿también debe ser llamado héroe? No serían más héroes quienes salen a las calles, quienes juegan en los parques, quienes hacen “fiestas Covid-19”. Ellos están siguiendo la ética de su deseo, optan por la acción, nublan la dimensión del padre (mitificado como autoridad sanitaria) y se enfrentan a la única paradoja válida: libertad o muerte. ¿Los repartidores a domicilio deben ser llamados héroes? Ellos, quienes cumplen la ética capitalista de consumir antes de existir. Que llevan a casa lo mismo un libro que un plato de sushi para mantener con vida al ogro económico, padre de nuestros días.
¿Quiénes van a ser los héroes de esta pandemia? La respuesta que obtengamos de esta pregunta sin duda marcará a la humanidad, como Edipo lo hizo en su tiempo.