Cual príncipe shakesperiano el futbol mexicano se debate ante el espejo. La urgencia económica le empuja, por un lado, a poner a rodar ya el balón. Por otro, el sentido común y las actuales cifras de contagio en nuestro país tendrían que moverle en sentido inverso.

Lo último que hubiesen esperado los organizadores del torneo de pretemporada, pautado para arrancar este viernes, era un brote como el que actualmente se padece. Por sí sólo el Cruz Azul, invitado al certamen preparatorio, ha tenido en su institución más casos positivos que el común de las ligas europeas cuando reanudaron sus respectivas campañas. A eso se añade la certeza de que habrá más casos en el plantel de la Máquina, que tuvo la ocurrencia de concentrarse en Querétaro antes de saber que ninguno de sus elementos estaba contagiado.

Eso me lleva a pensar que nuestra liga, o algunos de sus integrantes, han ignorado el aprendizaje de los primeros que reactivaron su futbol tras la cuarentena. El pionero Alemania prohibió dirigir dos semanas al entrenador Heiko Heirrlich debido a que tuvo la imprudente ocurrencia de abandonar el hotel para comprar pasta de dientes. ¿Qué representa esa salida si se compara con lo que está sucediendo con buena parte de quienes jugarán el torneo amistoso en Ciudad de México y Guadalajara? Casi nada, pero en la Bundesliga fueron implacables. El único camino para recuperar la actividad deportiva en México, en un entorno de aumento de casos positivos, es así de tajante: aislamiento y pruebas. Sin resultados de análisis no se puede compartir cancha. Más aun, al tiempo que allá no se bañaban en el estadio ni celebraban goles más que a dos metros, acá se les envía a hoteles con habitaciones compartidas y se les ve risueños conviviendo en la piscina.

Así que no tenemos mucho de que extrañarnos si las estadísticas siguen en aumento en la Liga Mx. Sí, de que tan campantes estemos ya para que se juegue.

Si en su, “Jugar o no jugar”, el futbol mexicano ni siquiera tiene dudas, representa un gran desdén a una enfermedad que ya cobró más de medio millón de muertes confirmadas a nivel mundial. En medio de la cancelación del ascenso, la mudanza de Morelia a Mazatlán, la reconversión de Atlante en Querétaro y de Querétaro en Tijuana, los pagos pendientes del desafiliado club Veracruz, las demandas ante FIFA por el pacto de caballeros, la mejor decisión de nuestra liga fue asumir que iniciando julio no se podía jugar en México y que esperaríamos a un nuevo torneo a fines de mes. Sensatez enterrada de tajo con el certamen de pretemporada. Si no se podía jugar cotejo oficial, tampoco se puede amistoso y, como evidencia, los múltiples casos positivos a tres días de su arranque.

Comprendemos que urge hallar manera de que este modelo de negocio sea viable otra vez. La solución no ha cambiado: tiene que rodar la pelota con la certeza de que, en el acto, no se contribuirá a propagar el virus.

 

                                                                                                                                        Twitter/albertolati