A partir de enero de 2021, además de la India, Noruega e Irlanda, México ocupará un asiento como miembro no permanente en el Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas (ONU), máximo organismo en garantizar la paz y la seguridad internacional. Su importancia reside en que el Consejo de Seguridad es el único organismo de la ONU con autoridad para emitir resoluciones vinculantes sobre los Estados miembros.

 

Sin duda, la elección de nuestro país para formar parte de ese mecanismo es un reconocimiento a la activa política exterior que ha implementado el secretario de Relaciones Exteriores mexicano, Marcelo Ebrard, en los primeros años de esta administración. Este evento representa todo un reto, pues si bien no es la primera ocasión que nuestro país forma parte del Consejo, la relevancia de su participación en este momento obedece al particular contexto mundial que se presenta por la pandemia del coronavirus.

 

Sobre este particular, llama la atención que hasta el momento el Consejo de Seguridad no haya expresado un pronunciamiento sobre la pandemia del Covid-19, como sí lo hizo con el SIDA o con la propagación del virus del ébola en el Congo en 2014, en donde pidió a la comunidad internacional fortalecer las operaciones para contrarrestar la enfermedad.

 

Las alarmantes cifras de contagios y fallecidos por el coronavirus, así como el impacto que la pandemia está teniendo sobre la economía mundial, bien amerita que ese mecanismo internacional fije una posición al respecto, que representa un grave amenaza sin precedentes para la seguridad humana.

 

En una colaboración anterior señalé que una de las enseñanzas que trae consigo la pandemia, es la necesidad de la cooperación internacional. Remontar los efectos de la crisis implica la suma de voluntades a nivel global para hacer frente a los males del presente. Me parece que la voz de México en el Consejo de Seguridad a este respecto, sin duda, se hará patente.

 

Ya es hora de que nuestro país recupere su presencia en el exterior y ésta es una buena oportunidad para la diplomacia mexicana. La experiencia y habilidad política del Canciller Ebrard, son garantía de que así sea.

 

La participación de México en el contexto de esta pandemia es un momento propicio para posicionarse en el ámbito internacional como una potencia emergente que defienda su vocación pacifista, promueva sus acciones de política exterior y genere consensos en torno a la resolución de los conflictos por la vía de la negociación y la conciliación.