El sabio tiempo pone a cada quien en su lugar. Siempre en el tiempo justo. Nunca antes. Nunca después. Y al gobernador Barbosa Huerta le llegó el tiempo.
Sí, el mandatario poblano más pronto de lo imaginado pasará de juzgador a juzgado. El señalamiento del ex director de Pemex, Emilio N, apenas es la hebra de la enorme madeja de corrupción y enriquecimiento de Barbosa Huerta.
No se necesita una investigación exhaustiva para detectar la inexplicable fortuna de Barbosa Huerta. ¿Cómo con ingresos de senador de millón 800 mil pesos anuales, pudo gastar 20 millones en 2015? Y sus propiedades y autos de lujo.
De ninguna manera podrá explicar lo inexplicable. Por supuesto que fueron recursos obtenidos desde el Senado. Hasta del extinto Rafael Moreno Valle obtuvo favores, pero como todo traidor, lo niega y despotrica contra quien ya no puede defenderse.
El ahora gobernador de Puebla —por la equivocación de 600 mil poblanos y para desgracia de más de cuatro millones—, es un político tradicional. Sin vocación de servicio. Pero con la voracidad de enriquecimiento como el clásico político.
Al salir a la luz pública su relación con el ex director de Pemex. Ni tardo ni perezoso, con falsa humildad, intentó negarlo. Al estilo de Pepe El Toro, trató inútilmente de convencer a los poblanos: “Estoy limpio, soy honesto, estoy limpio”. ¿O sea, Miguelito es inocente?
Sin la soberbia y autoritarismo que lo caracteriza, trató de explicar que nunca tuvo relación alguna con Emilio N. Mencionó brevemente el “asunto de su hermano”. Por supuesto, ni el más ingenuo creyó la absurda versión.
Como una probadita de lo que vendrá en el futuro inmediato La Entrega les adelanta sobre el nexo de los Barbosa Huerta con Pemex y por ende con el ex director, Emilio N.
Se llama Felipe de Jesús Barbosa Huerta. Es hermano del gobernador Luis Miguel Gerónimo. Es ingeniero, favorecido en 2016 con el puesto de superintendente en Pemex. A eso se refiere el ex director de la petrolera con el asunto de su fraterno.
Desde 2016, Felipe de Jesús despacha como superintendente en las oficinas Centro-Norte de la avenida Centenario 301, colonia Merced Gómez, alcaldía Álvaro Obregón, en Ciudad de México.
Los privilegiados puestos de superintendentes son escasos, cuatro en total. Entre ellos el de Felipe de Jesús. Perciben salarios de 577 mil a 850 mil pesos. Por supuesto sin contar los bonos en efectivo, en acciones y propinas. Además de aguinaldo y ahorro.
Los trabajadores de Pemex son de los mejor pagados en el país —el autor de La Entrega trabajó en los 80 como peón en una plataforma y por catorcena percibimos 35 mil pesos, suficientes para comprar un vocho del año—. Se requieren palancas para ingresar aún como obreros. Y para llegar a superintendente es necesario un “empujón” de un peso completo.
¿Cómo lo logró Felipe de Jesús?
¿Por capacidad y méritos?
¿LMGBH no pidió el favor?
¡Por favor, eso no lo cree nadie!
Sería tanto como afirmar que la diabetes es curable. Y nadie mejor que al gobernador le consta que no.
Una probada del cochinero Barbosa Huerta.
Y aún hay más.
Ya está en la mira.
REPORTE DEL INFORMANTE
Maletas listas. A propósito de traidores y corruptos, Héctor Sánchez Sánchez, presidente del TSJ, se apresta para renunciar. Aunque podría retornar a su puesto como magistrado, no sucederá.
La fugaz carrera de Héctor pasará a la historia con más pena que gloria.
Un juez del Tribunal confió a La Entrega: “Ya sabes que le pidieron la renuncia a Héctor. Dicen que ya está entregando. Se va en febrero. Lo agarraron haciendo negocios corruptos, —raro en él— favoreciendo en los asuntos injustamente a particulares en el Tribunal.
Sin duda, situación comprometida de quien se sentía todopoderoso —cualquier similitud con MBH es pura coincidencia—. La cárcel es lo menos que le espera.
Contamos con algunos asuntos. Por falta de espacio los narraremos próximamente.
¡La vara de medición no cesa!