La crisis por Covid-19 está tocando a negocios que jamás hubiéramos imaginado, esos que han formado parte y son emblema de la estampa multicolor poblana. La noticia del cierre del emblemático Hotel Royalty por la crisis por Covid.19 cayó como balde de agua fría. Manolo Domínguez, presidente de la Asociación de Hoteles y Moteles de Puebla, anunció que la situación del Royalty es complicada ante la falta de ingresos; sin embargo, afirmó que no será un cierre definitivo, sino temporal pues hasta donde él tiene conocimiento, únicamente se hará una remodelación de instalaciones y probablemente se dé un cambio de nombre. ¿Cambio de nombre? Ojalá que no. Tal vez no han evaluado el valor intangible millonario de la marca Hotel Royalty. No hay ni habrá otro igual.

Decir que estuvieron en Puebla capital y no mencionar que comieron en un restaurante del Zócalo un mole poblano es como no haber venido. Pero, qué tal un delicioso chile en nogada en el Mural de los Poblanos, o unas chalupas y un refrescante “menyul” un domingo al mediodía en el Hotel Royalty.

Les comparto una anécdota, hace algunos años, un domingo al mediodía, escuchando la marimba que alegraba el ambiente de la terraza del Hotel Royalty, coincidí en familia con Doña Irma Serrano. Ella relajada, paciente, observadora, se bebía un tequila y una cerveza en una de las mesas junto a la marimba. No pude evitar acercarme a ella y preguntarle cómo se encontraba. Amablemente no sólo respondió a la pregunta, inició una charla que tuvo como parte central lo agradable que era venir a Puebla, hospedarse en ese hotel y deleitarse viendo pasar gente, sí, viendo pasar a las familias que domingo a domingo se reunían para caminar por las calles de Puebla. Elogió la comida y servicio del hotel y se desvivió en halagos para la ciudad que en ese momento ella consideraba su paraíso. Por cierto, le acompañaba un tal Patricio Zambrano, ex bigbrother de triste recuerdo. (Nada que decir del sujeto en cuestión).

Continúo mi anécdota, al final de la charla, mientras mi familia asombrada esperaba en la mesa contigua, Doña Irma Serrano seguía desviviéndose en halagos para la ciudad, pero sobre todo para el hotel, que por cierto se esmeraba en atenderla y complacerla. Y sí, si algo hay que destacar es el valor y la actitud de muchos de los trabajadores del Hotel Royalty. Muchos de los meseros dejaron parte de su vida entre esas paredes y espejos; seguramente ellos tienen anécdotas más interesantes que esta. Cabe decir que la atención no sólo era con ella, era con todos los que ya se consideraban sus amigos.

Por décadas atendieron a muchos artistas, políticos, gobernadores, ex gobernadores; era el lugar ideal de muchos para hacer una espléndida rueda de prensa; era punto obligado de reunión.

Cuánta historia y tradiciones resumidas en un solo nombre “Hotel Royalty”. En mi historia personal, ahí me reencontré con mi padre después de 30 años de no vernos y cada vez que yo regresaba a esa terraza, su recuerdo y aroma venían a mente.

Cuántas historias.

Ojalá que en enero regrese lo que el Covid se llevó.

 

Las opiniones expresadas por los columnistas son independientes y no reflejan necesariamente el punto de vista de 24 HORAS PUEBLA

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