Deborah Feldman tenía 23 años y un hijo pequeño cuando decidió abandonar la comunidad judía ultraortodoxa en la que creció, en Nueva York. Su empresa se anunciaba tan dura que decidió publicitar su caso en Unorthodox, un libro que Netflix convirtió en fenómeno mundial y ahora se leerá en español.
La autobiografía de Feldman, publicada en inglés en 2012, sale este jueves a la venta en español de la mano de la editorial Lumen, un sello del grupo Penguin Random House.
El lanzamiento llega tras el éxito mundial cosechado esta primavera por la miniserie homónima de Netflix, una adaptación consistente en cuatro capítulos protagonizados por la actriz israelí Shira Haas y dirigidos por la alemana Maria Schrader.
Feldman creció en el barrio neoyorquino de Williamsburg en la comunidad jasídica Satmar, fundada tras la Segunda Guerra Mundial.
Un microcosmos donde se habla yiddish -la lengua tradicional de los judíos de Europa oriental- y donde la observancia religiosa acapara hasta el último resquicio de la vida cotidiana, desde la comida, la higiene, la vestimenta, la sexualidad (ese gran tabú) o lo que se puede o no se puede leer.
Con un padre aquejado de un retraso mental y una madre lesbiana, “nada más nacer, yo no encajaba en esa comunidad”, que la trataba “como si no fuera uno de ellos”, cuenta Feldman en un encuentro telemático con un grupo de periodistas.
La autora, que desde 2014 vive en Berlín con su hijo Yitzhak, fruto de un matrimonio de conveniencia, siempre se sintió diferente en ese opresivo ambiente: leía a escondidas en inglés, iba en secreto a la universidad o cuestionaba el concepto de impureza asociado a la menstruación.
Tras un accidente de coche en 2009 decidió abandonar a su marido Eli y marcharse de casa con su hijo. Pero su ambición de divorciarse y lograr la custodia legal del pequeño se anunciaba como un reto sin precedentes en la comunidad.
Siguiendo el consejo de su abogada, decidió escribir rápidamente su autobiografía, publicada semanas antes del juicio de su divorcio.
Por ello, Unorthodox está “escrito bajo la presión de saber que era la única forma de lograr mi libertad y garantizar mi supervivencia y la de mi hijo”, cuenta Feldman.
El libro fue recibido con éxito de público y de inmediato la autora se granjeó la ira de los yazidíes neoyorquinos. Según cuenta, la acusaron de antisemitismo y hasta de ser “como Hitler”.
Y es que “el hecho de que una mujer escriba un libro de no ficción acerca de abandonar la comunidad se considera algo de por sí ofensivo, muy novedoso y lleno de ‘chutzpah’”, una palabra en hebreo que quiere decir osadía, explica Feldman.
El libro cumplió no sólo con su objetivo de publicitar su caso y ayudarle en su divorcio, sino que también alentó a otras personas en situaciones similares a dar el paso y marcharse de sus comunidades religiosas, cuenta Feldman, que ahora tiene 33 años.
UNA HISTORIA ACTUAL
Ambientada en un mundo muy reducido, la historia cuenta con dos ingredientes clave de la narrativa actual: el tema de la identidad y la figura de una mujer fuerte y resuelta como protagonista.
Reflexionando sobre las persecuciones históricas contra los judíos y el Holocausto, Feldman comenta que “el judaísmo siempre ha dicho ser demasiado vulnerable como para tener un debate sobre la injusticia y la discriminación dentro de la propia comunidad”.
Sin embargo, “la comunidad judía necesita afrontar ese debate”, insiste. Según ella, el éxito de su relato demuestra que “la ultraortodoxia es un problema para todos”, mucho más allá del judaísmo, ya que por ejemplo la cuestión de la vulnerabilidad de
las mujeres y los niños pequeños “se plantea en el Islam e incluso en las sectas evangélicas”.
Cuenta Deborah Feldman que su emancipación de la comunidad le costó tres años de pobreza y de “vivir al filo de la navaja”, temiendo correr la suerte de otras mujeres que lo intentaron antes que ella y acabaron suicidándose o con problemas mentales.
También tuvo que reconstruir su identidad, porque cuando alguien sale de su familia, sus rituales, su lengua y sus creencias, “ni siquiera eres ya una persona, y esa nada sobrevenida se convierte en lo más parecido a la muerte.
Sin embargo, Deborah tuvo el acicate de su hijo Yitzhak, con sus necesidades y su futuro que cultivar. “Le debo a mi hijo el haber sobrevivido a este período de mi vida”.
Con información de 24 Horas El Diario Sin Límites.