A mediados de marzo, cuando México suspendió los eventos deportivos para prevenir la propagación del coronavirus, el histórico luchador “Octagón” creyó que la tregua sería breve y que pronto volvería al ring para ser ovacionado por multitudes.
Pero varios meses después, la emblemática lucha libre mexicana aún no ha podido reiniciar sus funciones y pocos creen que vuelva -al menos con público- en lo que resta del año, una situación que ha golpeado las finanzas de miles de gladiadores, según miembros de las asociaciones que los arropan.
“Pensamos que esto iba a durar tres o cuatro semanas y ya llevamos casi cuatro meses”, se lamentó “Octagón”, uno de los luchadores más representativos del país, vestido en su tradicional quimono negro y una máscara con motivos asiáticos.
“Nos ha pegado porque todas las arenas, los gimnasios, las plazas, todo se ha cerrado. Y, si no luchamos, no ganamos (dinero)”, agregó en un gimnasio vacío el deportista que lleva un tercio de sus 59 años haciendo llaves y acrobacias sobre las lonas de México, Estados Unidos y Japón.
Más de una docena de enmascarados entrevistados por Reuters prefirieron no revelar cuánto ganaban por su trabajo, pero todos coincidieron en que, con las funciones suspendidas y los pocos ahorros agotándose, cada día se les hace más difícil subsistir.
GOLPE DE AYUDA
Tras las restricciones de marzo, algunos deportes como el fútbol han vuelto, aunque sin público, algo inadmisible para la lucha libre, que obtiene gran parte de sus ingresos de la taquilla.
En su peor momento, la pandemia pulverizó 12 millones de puestos de trabajo en México, entre formales e informales, según cifras oficiales. La lucha libre, el deporte más popular en el país detrás del fútbol, agrupa a entre 5 mil y 7 mil luchadores, la mayoría independientes, sin seguro ni pensión.
Las empresas que dominan el negocio en México -el Consejo Mundial de Lucha Libre (CMLL) y Lucha Libre AAA Worldwide– dijeron que han mantenido los pagos a sus profesionales a pesar de no recibir ingresos. Sin embargo, los desembolsos son únicamente para sus figuras, aseguraron una decena de luchadores que solicitaron el anonimato por temor a represalias laborales.
“Octagón”, quien creó y preside la Asociación Nacional de Luchadores Profesionales Independientes que agrupa a casi un centenar de titanes, lanzó a principios de junio la campaña “golpe de ayuda”, mediante la cual ha donado cajas con víveres a luchadores y boxeadores necesitados gracias a la subasta de máscaras y otras prendas y objetos de valor.
Otro histórico gladiador que dirige la Comisión de Box y Lucha Libre capitalina, “El Fantasma“, aseguró que su asociación ha repartido más de mil despensas a sus compañeros desocupados, en un país donde los escasos seguros de desempleo son insuficientes para cubrir la canasta básica alimentaria.
“No necesitamos una simple despensa, necesitamos más (…) un préstamo”, reclamó Sandra González, una luchadora de 50 años conocida como “Lady Apache“, madre de tres hijas que vive -y lucha- mayormente en Estados Unidos.
González, exesposa del mítico luchador mexicano “Gran Apache” y quien acumula más de tres décadas de experiencia sobre el cuadrilátero, aseguró que si la reanudación de las peleas se sigue prolongando, ella, así como muchos enmascarados de más de 60 años, adelantarán su retiro. “No me voy a exponer porque le hago falta a alguien, tengo gente que depende de mí”, comentó.
Entre mayo y junio, al menos 30 luchadores perdieron la vida a causa del coronavirus, según la Comisión de Box y Lucha Libre de Ciudad de México, hogar de un quinto de los más de 52 mil muertos que ha dejado la pandemia en todo el país.
OPCIONES
La desesperación económica ha llevado a algunos promotores a realizar funciones de lucha libre sin público para transmitirlas por internet a cambio de 30 pesos (1.3 dólares) por persona o donaciones de la gente.
Sin embargo, la mayoría de enmascarados ha alzado su voz de protesta contra aquellas peleas porque consideran que no cumplen con las medidas adecuadas para prevenir el coronavirus y exponen a los luchadores mayores de 60 años, una población con más riesgo de sufrir complicaciones si contrae la enfermedad.
“No estoy de acuerdo con esas luchas clandestinas que están haciendo en Xochimilco y en otros lados”, dijo “El Fantasma” sobre los espectáculos al sur de la capital, en los famosos canales, los últimos restos del extenso sistema de transporte azteca.
“No creo que tengan las medidas, aunque digan que están muy sanos”, agregó haciendo eco de los reclamos de otros luchadores.
Empresas como la AAA están próximas a lanzar un nuevo formato del espectáculo para que el público pueda disfrutarlo desde la comodidad de sus automóviles, con todas las medidas higiénicas, al mejor estilo de un autocinema.
“Afortunadamente tuve un ahorro, pero ya se acabó”, confesó “Super Elektra“, un gladiador y técnico dental que no ha podido reincorporarse a ninguno de sus trabajos por las restricciones sanitarias. “Estamos esperando que vuelvan a abrir (las arenas) para poder trabajar. La estamos pasando muy mal”.
kc