Los aficionados a la ópera de Rusia acudirán en masa este domingo al Teatro Bolshoi por primera vez en casi seis meses, con mascarillas y sentados con distancia en un auditorio medio vacío para una representación de “Don Carlo”, de Giuseppe Verdi.

El emblemático teatro del centro de Moscú cerró sus puertas el 17 de marzo cuando aumentaron los casos de coronavirus en la capital y sus alrededores, la región más afectada del país.

Inicialmente, los directores dijeron que el cierre duraría unas semanas, pero finalmente anunciaron que reabrirían el 6 de septiembre, cuando Rusia comenzó a flexibilizar algunas de sus restricciones más duras.

Las parejas o amigos que compraron sus boletos juntos podrán sentarse uno al lado del otro. Pero la sala estará a la mitad de su capacidad debido a las nuevas restricciones para contener la pandemia, dijo el director del Bolshoi, Vladimir Urin.

Se controlará la temperatura y cualquiera que tenga más de 37 grados Celsius será rechazado en la puerta.

El cierre le costó al teatro más de 850 millones de rublos (11.27 millones de dólares), dijo Urin en una entrevista con la televisión estatal. E instó a los visitantes a seguir las precauciones de seguridad.

“La mayoría de las veces son las personas que no comprenden la necesidad de seguir estas medidas las que se quejan. Después de todo, existe una alternativa: ¡cerrar el teatro!”, dijo.

El cierre ha causado estragos en los esquemas de ensayos de los intérpretes, dijo la bailarina Alyona Kovaleva, quien actuará en “Cuatro personajes en busca de un trama”, que incluye cuatro ballets de un acto.

“Estuvimos en casa durante varios meses, sin poder trabajar en una sala de baile ni mantenernos en forma”, dijo a Reuters.

“Así que prepararnos fue más difícil. Comenzamos gradualmente, al principio solo tomamos clases, luego agregamos ensayos. Ahora el período en el que simplemente trabajamos en una obra sin representarla en el escenario es más largo”, agregó.

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