El cierre inminente de bares, clubs y restaurantes ha llegado a Alemania. Después de que las infecciones por Coronavirus incrementaran a un nivel estratosférico, Europa ha vuelto a ser el epicentro de este virus. Y el temido encierro ha llegado otra vez. Aquí vamos de nuevo.

En Berlín suspenderemos la mayoría de nuestras actividades y volveremos a casa, a inventarnos una nueva vida. La lista de actividades es larga si la preocupación no es más que intentar sobrevivir con uno mismo.

Pero el sector de estudiantes extranjeros es uno de los más afectados tras esta la noticia. Aunque Alemania ha sido ejemplo de ayuda social y comunitaria, la vida de un estudiante tiende de un hilo.

Veámoslo por partes:

Un estudiante extranjero promedio tiene el derecho de ganar aproximadamente quinientos euros al mes. La mayoría de estos trabajos se encuentran en el área de gastronomía. Y aunque los contratos son puntuales y en general protegen al empleador, no se tienen los mismos derechos y prestaciones que un residente común.

Las rentas oscilan entre los trescientos y setecientos euros, al menos en Berlín. También se debe pagar un seguro médico que puede costar entre cincuenta y  doscientos euros, finalmente la mayoría debe pagar el ticket de transporte de ochenta euros, esto último no aplica si la universidad cubre el gasto, pero regularmente los estudiantes de idiomas deben costearlo.

Es evidente que con quinientos euros pocos sobreviven en esta ciudad, al menos que se tenga una preciada beca o se reciba ayuda de los padres. Ante esta realidad, una gran mayoría de los estudiantes, recurre al muy bien conocido: trabajo en negro. Que no es otra cosa más que un trabajo ilegal.

En este punto, podemos entender que el cierre de bares y restaurantes es sinónimo de que la mayoría de los estudiantes extranjeros se quedarán sin trabajo. Es cierto que los contratos asegurarán al empleado pero en un porcentaje menor. ¿Y el famoso trabajo en negro? Totalmente perdido. Este momento es probablemente el peor para ser y querer ser estudiante extranjero.

El escepticismo nos trajo aquí:

Expertos se preguntan qué fue exactamente lo que llevó a Alemania a este punto de quiebre. En primer lugar hay que dejar en claro que este futuro ya se vislumbraba; se había hablado de la segunda ola, pero no se esperaba con tanta fuerza.

Después de abril, Alemania se vio muy bien librada, y fue tal vez por esa razón que un puñado de ultraderechistas incendió el país, bajo argumentos conspiracioncitas que llegaron a una protesta gigantesca y penosa en contra de las reglas por el COVID-19.

Las batallas ganadas de Alemania fueron su peor enemigo. Aquí la gente no vio la muerte cerca, ni supo ver sus virtudes. Comenzamos una nueva etapa, un nuevo encierro, quizá más preparados pero sigue siendo oscuro y frío.

 

Twitter: dianaegomez

Cartas desde Berlín

Diana Gómez